Una prescindible y aburrida adaptación de la novela de Diderot. La suma de un cúmulo de incoherencias narrativas y la carencia de ritmo llevan a convertir al film en una experiencia desconcertante.
La religiosa es una novela escrita en 1760 por el autor ilustrado Denis Diderot. En ella, como buen representante de su corriente de pensamiento, realiza un incisivo e inmisericorde retrato de la vida religiosa denunciando los desvaríos, las crueldades y, sobre todo, el retraso cultural y social que provoca el catolicismo en general y la vida conventual en particular. Para ello rodea a su protagonista de una serie de personajes que van repasando lo peor del género humano llevando a Suzanne a situaciones insostenibles.
La adaptación de la novela que ahora se estrena no es su primera versión cinematográfica. Su argumento transgresor ya fue llevado al cine en 1966 y ahora, casi cincuenta años después llega esta nueva revisión totalmente prescindible, aburrida e incluso decepcionante para quien busque el morbo y el ensañamiento religioso que la obra de Diderot ofrece.
Maniqueísmos aparte, todo lo que en Diderot era retrato y análisis psicológico de unos personajes dignos (por lo indigno) de mostrar, se convierte en el trabajo de Nicloux en una sucesión de rarezas incoherentes, arbitrarias y superficiales que desconciertan al espectador y le hacen preguntarse qué se pretende exactamente con esta película y a dónde quiere llegar. No hay ningún tipo de ilación en las decisiones que se toman, en las actuaciones de los personajes ni en la argumentación social, política o religiosa que mueve la historia.
El guión carece de ritmo y de una estructura lógica que hace que la película discurra de una manera lenta y pesada, solo justificable si se pretendía infligir al espectador la misma agonía en la que vive Suzanne. Pero incluso su vida azarosa y de dolor parece tener más movimiento que el que ofrece al público la propia película.
Todo el peso del film carga sobre Pauline Etienne, la actriz que encarna a Suzanne. Realiza un importante trabajo poniendo rostro y postura a la atribulada religiosa. Sin embargo, la inconsistencia y falta de tensión del guion le impide imprimir matices a su personaje hasta cansar y distanciarse del público. Y en cuanto a Isabelle Huppert y su “olvidable” papel como Superiora Saint Eutrope, creo que mejor no recordárselo nunca jamás.
Firma: Esther Rodríguez
Suzanne Simonin es la pequeña de tres hermanas y es forzada por sus padres a entrar en un convento. A pesar de ser una familia acaudalada, en el siglo XVIII resulta muy caro casar a tres hijas y ese parece ser el motivo de la decisión de enclaustrarla.
Suzanne cuenta con la comprensión de la Madre Superiora del convento, pero aún así sigue negándose a profesar los votos definitivos y pasar el resto de su vida fuera del mundo. Una dura revelación de su madre le hará plantearse su decisión.