Interesante y crudo drama sobre una adolescente que, durante las fiestas de verano de su pueblo va descubriendo el amor, la amistad, la sexualidad, la murmuración y los sueños rotos.
El primer largometraje de la castellonense Lucía Alemany es casi un documental sobre la vida adolescente en las fiestas de verano. Lo hace desde una mirada llena de sinceridad, de luces, pero también de sombras.
Por momentos, nos parece asistir a modo de espectador extranjero, como si Hemingway estuviera durante dos días en uno de esos pequeños pueblos del interior de Castellón tan cercanos al mediterráneo y, a la vez, tan lejanos; donde la piscina municipal se convierte en el centro de la vida social, pues congrega a todas las edades. Y allí es donde conocemos a Lis, bajo el agua, mientras intenta hacer sus largos, va chocando con la gente que nada, se lanza y juega en su camino. Toda una metáfora de lo que va a ser la película.
Todo lo vemos a través de sus enormes ojos de quince años. Lis ha perdido la inocencia, es una de las malas del pueblo: bebe, fuma y se viste para llamar la atención. Además ha empezado a salir con un chico problemático del pueblo vecino, con el que descubre el sexo y las drogas. Sin embargo, tiene sueños de salir de ese entorno y ambiente que la asfixian. Quiere ser artista de circo e irse a estudiar a Barcelona. Este deseo choca con la mentalidad de su padre, un tipo pegado a la tierra, a su vaso de cerveza que grita a su mujer y actúa como un déspota. Tampoco encuentra encuentra un apoyo en su madre, una mujer apocada y religiosa que sufre con las murmuraciones y la imagen de su hija frente a la opinión del pueblo.
La historia de Lis es la historia de miles de chicas, carentes de referencias, de recursos para alcanzar sus metas y que son engullidas por el ambiente general de desenfreno. Más tarde, sola tendrá que afrontar las consecuencias de lo que no era amistad, ni amor, ni educación. Y en este punto se agradece que Alemany no haya querido ni suavizar, ni anestesiar al espectador porque retrata ese ambiente festivo, familiar sin idealismos y muestra cómo salpica en la vida de la protagonista su simplicidad y la de sus padres.
En el aspecto técnico cabe destacar la maravillosa actuación de Carmen Arrufat y de todas las chicas de su camada. La alegría de la juventud, aunque también el agridulce descubrimiento de la traición está perfectamente reflejados en sus papeles. Por último, vale la pena recalcar cómo Alemany ha sabido captar la luz del levante en su mirada inocente de una manera genial.
En resumen, La inocencia es un film que no tiene nada de inocente. Es crudo y, por momentos, muy explícito, pero que pone el dedo en la llaga de la falta de educación de unos padres que no acaban de conocer a su hija adolescente. Muy recomendable para matrimonios con hijas en esas edades.
Firma: Llorenç Ramis
Lis y sus amigas adolescentes disfrutan de las fiestas de su pueblo, bailan, beben y descubren su sexualidad. Todos en el pueblo murmuran acerca de su novio, Néstor, un tipo mayor que ella con mala fama. El sueño de Lis es ser artista de circo e irse a estudiar a Barcelona, pero choca con la mentalidad de sus padres, para quienes todo eso no son más que quimeras de adolescentes.