La fotógrafa de Monte Verità

Stefan Jäger equilibra realidad y fantasía para hablar de la peculiar comunidad que convivió en un cantón suizo a principios del siglo XX. Si bien el sanatorio de Monte Verità existió de verdad, Hanna, a quien sigue la cámara, es un personaje ficticio. No obstante, esta protagonista es la que permite al director reflejar la situación en la que se encontraban las mujeres de la época y el papel que debían cumplir.

El relato pronto se traslada a la montaña, entre paisajes bucólicos y una recreación realista del momento. Allí se presenta el grupo naturalista –con personalidades ilustres como Isadora Duncan o Herman Hesse– entre el que Hanna buscará la libertad a la vez que tratará de encontrarse a sí misma. Afortunadamente, el director se centra más en ese proceso y no tanto en las prácticas esotéricas que se llevaban a cabo.

A pesar del sugerente retrato que hace y de su estética preciosista, la película se excede en su metraje y a ratos resulta confusa, lo que provoca que se pierda el interés. Aunque aporta datos certeros y quizá poco conocidos, el conjunto del film resulta fatigoso y amargo.

Firma: Patricia Amat