Kepler sexto B

En el sexto B de un edificio vive un señor mayor que, ensimismado en su universo, cree que está en una nave espacial. Cuando el espectador cruza la puerta, aparece en la Orión y tiene la oportunidad de verla desde el punto de vista del protagonista y también desde el del resto de vecinos. Esa puesta en escena un tanto marciana es uno de los puntos que más llaman la atención, pues la audiencia puede disfrutar de un film de “ciencia ficción de andar por casa”.

El peculiar vínculo que se forja entre este anciano y su joven vecina –que entra al juego del hombre como la capitana Zaida– logra conmover y tocar la fibra del más sensible. Ambos acaban siendo el apoyo que necesitaba el otro y, en sus visitas al exterior, dejan caer una crítica social.

Pero lo mejor de la película es que no se queda en la reconstrucción de ese cosmos, sino que, poco a poco, va revelando temas más serios. Hay que tener un poco de paciencia, pero merece la pena descubrir que, en realidad, la misión espacial de la NASA es un caparazón a la soledad, los problemas familiares y las enfermedades mentales.

Firma: Patricia Amat