Como tantos otros antes que él (desde Mel Gibson a Jodie Foster) Martin Shanly elige para su opera prima una historia con niño. En este caso es una preadolescente que, aunque con ciertos tintes autobiográficos, refleja con acierto la confusión propia y universal de esa etapa de la vida.
El tema de la adolescencia no es en absoluto original y Shanly no aporta nada nuevo ni en su planteamiento ni en su resolución. Juana a los 12 es una película pequeña y sin pretensiones (primer acierto) que persigue y consigue que la protagonista lo sea de verdad (segundo acierto): la cámara la enfoca constantemente, se acerca y se aleja de ella para que seamos capaces de sentir su soledad entre la gente o su precipicio interior cuando está sola.
Shanly y su equipo realizan un trabajo magnífico con los actores (tercer acierto) convirtiendo a los aficionados colegiales en un magnífico elenco. La naturalidad, efecto fundamental para tratar este tema, está presente en cada escena de la película, tanto las protagonizadas por los adultos, como las de los niños.
El desarrollo del guión, plasmado con un buen montaje, da constantes saltos de escenario y de tiempo, que comienzan provocando en el espectador un nervio tendente al enfado. Pero conforme transcurre la historia, se advierte en esa “inconsistencia” una adecuada metáfora de la percepción que Juana tiene de su entorno.
Es de agradecer, por otra parte, que este film no se empeñe en demonizar el mundo adulto ni en resaltar la crueldad que a veces causa la infelicidad de los niños. Shanly muestra a unos adultos empeñados sinceramente en sacar adelante a Juana y a unos compañeros de clase que poco pueden hacer ante el extraño comportamiento de la protagonista. De ese modo, queda como causante y protagonista indiscutible del drama la propia Juana y los cambios propios de su edad.
Aún así, la película se queda corta y la sensación final es como dejar al espectador a medias y con cierto desasosiego y enfado ante el comportamiento errático de Juana. Sensación que, por otra parte (y aquí el gran logro del film) es lo que siente cualquier persona que directa o indirectamente, trata con cualquier preadolescente del mundo.
Firma: Esther Rodríguez
Juana va a un prestigioso colegio inglés de Buenos Aires, pero tanto su rendimiento académico como sus habilidades sociales se empiezan a resentir al entrar en la difícil etapa de la adolescencia.
Los que le rodean, su madre, las profesoras del colegio o sus compañeros, reaccionan de diferente manera, y como pueden, al extraño actuar de Juana por lo que su vida se convierte en un conjunto de malentendidos, rebeldías y decepciones que la hunden más en su propio desconcierto.