Irati

La Selva de Irati es un gran bosque cercano a Pamplona. Irati es también el nombre de la protagonista de esta crónica. En ella, lo real, la fábula y la tradición se mezclan en un relato concreto, especialmente atractivo para la audiencia amante de la magia, la brujería y el género fantástico.

Paul Urkijo, el director, se centra en una trama de amor para recrear un mundo mitológico en rojo y negro, en sangre y oscuridad. A la exuberancia natural se contrapone la pequeñez de la ambición humana. Lo mágico se cobra vidas y lo espiritual se concreta en ritos y hechos extraordinarios. De esta forma, uno asiste a una época por definirse entre lo pagano y lo cristiano. Y el amor, como nexo de unión entre dos mundos, no es suficiente.

Como producto cinematográfico, Irati es bonita por sus paisajes, su filmación y ambientación nos transportan a tiempos muy lejanos y lo hace con soltura. También el orgullo por las tierras vascas y sus singularidades se percibe en todo el film, mientras el espectador recorre bosques, cuevas y lagos.

Con una interpretación convincente, y a pesar de sus aportaciones históricas, Irati confía demasiado en la historia de los protagonistas y el conjunto va perdiendo interés a medida que avanza la cinta. Está claro que el punto fuerte de la película se descubre en su propuesta visual porque, al final, es lo que se disfruta.

Firma: Mar Pons