El trabajo que han realizado Moverman como director y guionista y Richard Gere como productor parte de una idea fantástica tanto en el fondo como en la forma. Sin embargo, se trata de una idea que, dejémoslo ya planteado, no serán capaces de llevar a buen puerto cerrando una buena película.
Plasmar la vida de los indigentes de una gran ciudad como Nueva York, “invisibles” (como se ha traducido el título) a la mayoría de los viandantes o de los que conocemos dicha metrópolis a través de las pantallas o de las hojas de un libro, no es una idea original pero no deja de ser interesante e incluso necesario.
El film no se queda en los que piden limosna en los portales o se calientan en bidones con hogueras en callejones oscuros, sino que se integra en esa vida paralela y organizada por la administración, todo un sistema de albergues y atención a los sin-techo. Moverman los deja hablar y desenvolverse, y sobre todo, los alterna con conversaciones de los transeúntes y trabajadores del resto de grupos sociales que componen la ciudad de Nueva York; unos grupos que no están exentos de problemas y pequeños o grandes dramas.
El acierto en la forma lo encontramos en una planificación muy interesante, que filma las escenas a través de cristales, ventanas, escaparates, cortinas o andamios: lo que hay, humano o material, entre la persona y la cámara desdibuja los personajes (y, a veces, los mediatiza).
¿Cuál es entonces el problema? En mi modesta opinión, y como dicen siempre los expertos, es un enorme fallo de guión concretado en dos puntos: la duración y el ritmo, y el personaje protagonista.
El deambular de Gere como “corresponsal” involuntario de ese submundo que quieren sacar a la luz requería un personaje más sólido y más consistente, a pesar de las incógnitas sobre su pasado que detonan el interés del espectador. Su extraño alcoholismo, su amnesia parcial y su porte (no deja de ser Richard Gere) hacen que al público le cueste empatizar con él.
Pero lo que acaba de destrozar la película es su lentísimo y casi siempre vacío desarrollo, sus larguísimos planos observando el rostro o la espalda de Richard Gere durmiendo en el metro, sus paseos en silencio o el desesperante y tedioso goteo de incomprensibles datos sobre su biografía.
Todo ello es suficiente para estropear un bonito proyecto ya que, pasada la fascinación inicial, tras media hora de fantástico rodaje, es una prueba durísima para el público aguantar la hora y media que aún le queda.
Firma: Esther Rodríguez
Director: Oren Moverman
Guionistas: Oren Moverman
Intérpretes: Ben Vereen, Jena Malone, Jeremy Strong, Kyra Sedgwick, Richard Gere
Género: Drama
País: EE.UU.
Fecha estreno: 18/12/2015
Lenguaje: Coloquial
Un hombre es despertado en la bañera de una vivienda abandonada por el contratista que va a reformarla. No tiene equipaje pero insiste, sin éxito, en quedarse a esperar a Shelia. No sabe dar razón de su nombre, ni dirección ni profesión.
A partir de ese momento, vagabundeará por las calles de Nueva York, durmiendo en bancos y albergues, intentando recuperar su identidad y siendo testigo excepcional de las vidas rotas que deambulan por la gran ciudad.
Título original: Time out of mind
País: EE.UU.
Duración: 121'
Fecha producción: 2014
Distribuidora: Inopia Films
Color: Color