Absurda e innecesaria adaptación del famoso personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle, que no encuentra su identidad a pesar de probar con todos los géneros.
Esta versión, que tiene como protagonista a uno de los personajes más prolíficos y emblemáticos de la pequeña y gran pantalla, podría resumirse en una sola frase: es un mal trabajo de patchwork.
Su director, Etan Cohen (Men in black 3) –que se ha movido generalmente en el terreno de la comedia–, no es capaz de hilar con un mínimo de maestría los diferentes parches que “roba” de los diversos géneros que utiliza. La comedia, el misterio y el romance (incluso se atreve con el musical) se tejen en escenas sin gracia, sin suspense y sin química, respectivamente. Y es que, quizá, lo que le ha costado (tanto que no lo ha conseguido) a Cohen es encontrar una identidad propia que dé carácter a su obra.
Por el contrario, todo está visto, todo está oído y todo resulta evidente en una folleto que no tiene atractivo ni narrativo ni artístico. Confiar el papel protagonista a Will Ferrell ya es toda una declaración de intenciones y, en este sentido, el espectador no puede llevarse a engaño. Sin embargo, otras apariciones, en papeles menos relevantes, como la de Ralph Fiennes, Steve Coogan o Hugh Laurie resultan desconcertantes.
Puede que haya que leer esta cinta como una sátira al clásico y a todo lo que se ha desprendido de él a lo largo de la historia (y no hay duda de que lo intenta). No obstante, el resultado se acerca más a una bufonada, bien realizada y bien ambientada, pero bufonada al fin y al cabo, en la que apenas en un par de instantes se puede intuir algo de humor inteligente. Nada más.
Para acabar, a título personal, da un poco de pena ver cómo se ha intentado transformar al mítico personaje en un hombre torpe y casi desagradable, sin motivos para ello y sin más excusa que la risa fácil y la posible taquilla.
Firma: Mar Pons
Son casi las doce del mediodía y Sherlock Holmes todavía no se ha presentado a declarar en el juicio en el que se pretende condenar a James Moriarty por sus múltiples crímenes. Todo Londres está pendiente de este acontecimiento y el tiempo pasa. Apenas quedan nos minutos. Por fin, al dar las doce, Sherlock hace su entrada triunfal en la sala y anuncia algo que dará al traste con la condena y con lo que se sabía de Moriarty.
Más tarde, por sus incontables servicios a la Corona británica y al país, Holmes recibe una invitación de la mismísima reina de Inglaterra. Sin embargo, lo que empieza como una simple visita, acaba convirtiéndose en un caso digno de la mente más voraz del viejo continente