Historia de un vecindario

Historia de un vecindario no llega a nuestro país en una fecha casual, sino que coincide con el aniversario del nacimiento y fallecimiento de su director: el maestro japonés Yasujirô Ozu. Así pues, es una ocasión más que oportuna para estrenar una de sus obras que aún no habíamos recibido en salas. Con un humor que recuerda a su posterior Buenos días (1959), la película es un relato agridulce que conserva ese carácter argumental del director de centrar el conflicto en lo íntimo, sin una gran peripecia.

Ozu mantiene su particular realización –la cámara a la altura de unos personajes constantemente sentados sobre el tatami, una cierta frontalidad de los planos contemplativos, la observación del entorno omnipresente– y, en este caso, la acompaña de un tono claramente moralista. La contraposición entre campo (lo tradicional) y ciudad (lo moderno) queda olvidado en favor de retratar una tierra golpeada por los estragos de la guerra, en un momento en el que comienza a recuperarse. Esta crítica la hace de forma orgánica desde un lado muy humano, mostrando la importancia de los vínculos personales en momentos difíciles y la posibilidad de encontrar la felicidad a través de la compasión y la generosidad. Así, ese rechazo inicial de la anciana Otane hacia el joven Kohei va mudando hacia un sentimiento de empatía y comprensión que saca lo mejor de ella, consiguiendo despertar una risa en el espectador y emocionarlo a partes iguales.

Firma: Yoel González