Un film con la fórmula casi perfecta para triunfar en taquilla. Los despropósitos, hilados con gran acierto, casi no dejan respiro entre una carcajada y la siguiente, lo que permite un rato de gran disfrute.
El día en que se celebra una boda es un momento de gran tensión por que todo salga bien: la celebración, la música, las flores, los invitados… Hay cantidad de detalles que deben estar bajo control para superar la jornada con éxito y nadie está más preocupado por eso que la wedding planner. Esta coyuntura es la que aprovecha Dani de la Orden para presentar a los protagonistas, en una sucesión de desastres que suscitan las primeras carcajadas entre el público.
El director apuesta sobre seguro y utiliza el humor que ya le funcionó en El pregón y El mejor verano de mi vida. Además, trabaja con un elenco conocido –en el que destaca una magnífica Belén Cuesta– que hace solventes los papeles. Esta fórmula tiene todos los elementos para ser un éxito comercial y atraer a los amantes de la comedia romántica a las salas de cine. Mucho más cuando su estreno coincide con el día de los enamorados.
La cinta está llena de recursos simples: clichés, chistes absurdos, humor básico y conversaciones vulgares. Todo ello rodea una trama ligera que muestra al espectador los entresijos de la preparación de una boda. A pesar de ser predecible por momentos, el film no trata sobre una historia de amor al uso, sino que considera levemente el miedo al cambio y al compromiso, así como también el aprovecharse del estado de enamoramiento para ganar dinero.
Como el objetivo no es profundizar en el concepto del amor ni en su ética, la propuesta de contenidos no tiene casi fundamento. En definitiva, Hasta que la boda nos separe no pretende reflexionar sobre el amor, sino que, básicamente, es un cúmulo de despropósitos que resulta divertido.
A pesar de sus juicios inexactos y sus bromas manidas, la película logra con creces su intención de hacer reír a la audiencia y tiene todos los ingredientes para triunfar en taquilla, pues permite un rato agradable y de disfrute, que ayuda a no pensar en nada más durante hora y media.
Sin enseñar nada nuevo, este largometraje hila sus diálogos y sorpresas con mucha gracia, resultando en un producto desternillante.
Firma: Patricia Amat
Carlos tiene un desliz una noche con Marina, una wedding planner que le da su tarjeta. Alexia, su novia, descubre en seguida esa tarjeta en el bolsillo del traje. Para ocultar el engaño, Carlos finge haber estado preparando la boda por sorpresa y eso le lleva a un cúmulo de infortunios que pondrán patas arriba su relación.