Gunpowder milkshake (cóctel explosivo)

Como puede intuirse por el cartel de la película, Gunpowder milkshake es una sucesión de escenas con estética pop que se centra casi únicamente en cuidar cada detalle para que todas las imágenes sean atractivas. Y ahí acaba todo, esa es su propuesta de valor.

No se puede negar que el espectáculo fotográfico es digno de contemplar en pantalla grande –aunque por momentos esté sobrecargado de neones de los 80 y colores saturados–. No obstante, todo el esfuerzo dedicado a la apariencia se ha restado del guion. Y por eso el film tiene una trama sencilla, exagerada e inverosímil en la que, por supuesto, no falta exaltación a la mujer guerrera de modo un poco postizo, como ha hecho Marvel, entre otros, en sus últimas entregas.

En esa línea, resulta un poco pedante que las mujeres estén retratadas como seres inocentes y, en cambio, los hombres como sujetos perversos. Hasta el extremo de condenarlos a ellos y justificarlas a ellas ante una misma acción. Pero claro, siempre se disfruta más viendo a las heroínas machacar al adversario cuando parece moralmente razonable.

De todas maneras, el espectador sabe a lo que va. Gunpowder milkshake no promete un thriller interesante, sino acción sin respiro y tiroteos sangrientos. En consecuencia, que el relato sea predecible e ilógico podría no importar a quien busca luces y movimiento, pues quedará visualmente satisfecho.

Al final, la cinta simplemente ofrece una colección de secuencias violentas con cierto sentido del humor y la verdad es que, a pesar de que la historia deja mucho que desear, Karen Gillan y sus compañeras de reparto logran, junto a Michael Seresin (director de fotografía), que la propuesta luzca mucho.

Firma: Patricia Amat