Costa-Gavras adapta varias conversaciones entre el filósofo Régis Debray y el médico de paliativos Claude Grange en una película decepcionante pero que invita a pensar sobre el final de la vida.
En el año 2023 se publicó en Francia el libro El último suspiro que recogía las conversaciones entre el filósofo Régis Debray y Claude Grange, médico jefe de una unidad de cuidados paliativos. En ellas hablan sobre el final de la vida, cómo prepararse para el momento, el papel de la familia y, sobre todo, cómo los deseos del paciente deben respetarse por encima de cualquier otra consideración.
Un trasunto de dichos coloquios es lo que se plasma en su adaptación cinematográfica. El artífice es el veterano realizador Costa-Gavras quien se destacase en las últimas décadas del siglo XX por dirigir films de alto contenido político o social tales como Desaparecido, El sendero de la traición o La caja de música. Tras unos años de poca presencia en el mundo del cine, al cruzar la frontera de los 90 años, Costa-Gavras se embarca en esta reflexión sobre la muerte con una película correcta pero decepcionante.
El último suspiro adolece de cierta rigidez en un guion demasiado encorsetado donde la ficción dramática sirve sin disimulo a las breves, e impactantes, historias que el médico Masset le cuenta al filósofo Toussaint. Se convierte entonces en un docudrama en el que los datos estadísticos y lo forzado de los ejemplos hacen que el espectador pendule entre la cavilación intelectual o autoanálisis y los chutes emocionales de algunos de los relatos.
Solo por el hecho de hacer pensar, El último suspiro ya juega un importante papel. Parafraseando a Debray, el tabú del siglo XX fue el sexo y se superó gracias a Freud (sic) pero el del siglo XXI es la muerte y nadie lo ha acometido aún. El filósofo, ateo, también afirma, aunque esto, qué casualidad, no aparece en la cinta, «Antes era una etapa más, no era una marcha definitiva, pero la relativa desaparición de la fe y de la creencia en el paraíso, y sin la idea de resurrección, lo ha convertido cada vez más en tabú».
A pesar de ello, el largometraje da una imagen muy romantizada de los paliativos. Poner el acento en la libertad del paciente y complacer sus deseos resulta, como poco, algo simplista e infantil. Menos mal que, al menos, está el gran Denis Podalydès, para que podamos disfrutar de su habitual genialidad interpretativa.
Firma: Esther Rodríguez
Al filósofo y escritor francés Fabrice Tousseaint le encuentran una pequeña mancha en el pecho en una revisión rutinaria. A pesar de que los médicos le restan importancia, Toussaint empieza a preocuparse por el tema de la muerte. Al conocer al jefe de paliativos de un hospital, se hacen amigos y dialogan sobre el final de la vida.