El tubo

Con cierta semejanza a títulos como El cubo o Saw –salvando las distancias–, Mathieu Turi desarrolla una historia que se sostiene gracias a la intriga, la angustia y la claustrofobia, aunque el guion deja mucho que desear. 

Su premisa es clara, pero incongruente ya que no tiene relevancia alguna con el resto de la trama. Por suerte, a la que empieza el infierno dentro de El tubo, se te olvida cómo ha llegado ahí y te centras en la situación actual de la protagonista. 

Gaia Weiss cumple de forma excelente con su trabajo, sin embargo, es su personaje (Lisa) quien resulta algo pobre. Se construye, en su totalidad, alrededor de la muerte de su hija y no da cabida para nada más. 

Además, durante la película, se recurre en algunos momentos al gore, viendo cadáveres, sangre o extremidades cortadas. Al no parecer especialmente necesario, se hace molesto. 

No obstante, cabe destacar el excelente trabajo técnico detrás del film; tanto a nivel sonoro como visual, se consigue transmitir al público esa inestabilidad. La ideación de la tubería, la forma de captarla en imágenes y la banda sonora tétrica, constituyen ese clima de tensión que convence y atemoriza. 

El resultado es el de un guion desequilibrado que no resuelve las distintas preguntas que ha creado durante el relato, pero que sigue siendo una buena opción para quienes quieran disfrutar de un cine de suspense y ansiedad. 

Firma: Berta Aliaga