Marco Bellochio logra una película que se acerca a la cosa nostra desde el prisma de uno de sus capos y “traidores”. Contención y crudeza se dan la mano para relatar una realidad sangrante.
Esta nueva aparición de la mafia en nuestras pantallas es un singular intento de Marco Bellochio por darnos a conocer nuevas facetas del trágico proceso acaecido en Italia, con derivación a otros países, y que llenó de dramatismo vital, durante varios años, la historia de aquella época.
La filmografía de Bellochio, que consta de más de veinte títulos desde su inicio en 1965 con Las manos en los bolsillos, ha tenido otros escarceos en asuntos políticos, como Buenos días, noche (2003) y nostálgicos, como su anterior película Dulces sueños (2016).
En El traidor, el director expone un tema que, si bien el cinema italiano ya lo ha repetido en numerosas ocasiones, da una vuelta reparadora (eso sí, con motivaciones personales del protagonista), que intentan volver las aguas a su cauce.
No hay duda de que Pierfrancesco Favino, en el rol de Tommaso Buscetta, lidera esta nueva singladura cinematográfica. En ella, parte de la idea principal de la cosa nostra, para exponer una íntima y obligada recesión del personaje hacia nuevos derroteros, motivado esencialmente por acontecimientos conflictivos que afectaron a su sensibilidad individual.
La cinta, con diversas ráfagas en las que violencia y venganza afloran de forma sutil (algunas de ellas de visible realidad sexual y afectiva), ofrece al espectador un acusado nivel de profesionalidad, tanto en el campo técnico como en el interpretativo.
Un largometraje a tener en cuenta.
Firma: Joaquín Guitart
A principios de la década de 1980, se desata una guerra total entre los jefes de la mafia siciliana por el control del tráfico de heroína. Tommaso Buscetta, un hombre hecho a sí mismo, tiene que esconderse en Brasil.
Sin embargo, en Italia, la disputa se recrudece y Buscetta observa desde lejos cómo matan a sus hijos y a su hermano en Palermo, sabiendo que él puede ser el próximo. Arrestado y extraditado a Italia por la policía brasileña, Buscetta toma una decisión que lo cambiará todo para la mafia. Decide reunirse con el juez Giovanni Falcone y traicionar el eterno voto que hizo a la Cosa Nostra.