El mayor regalo

Juan Manuel Cotelo vuelve a actuar en su película para irla conduciendo. Esta vez, interpreta al director de una cinta de vaqueros al que no le gusta el final que tiene escrito en el guión (un duelo a muerte). Y así se plantea lo siguiente: ¿nos rendimos… o buscamos otro final feliz? De repente, el film da un giro de 365 grados. Pero… ¿cuál es ese final feliz? En una rueda de prensa, los periodistas le preguntan cómo puede haber pasado esto; lo que da pie a que Juan Manuel explique qué ocurrió en el rodaje.

Este inicio y la construcción de western van siendo recurrentes entre los testimonios de perdón con el fin de darles hilo. El planteamiento es interesante ya que consigue que no sea un documental al uso, pero a su vez resulta lioso. Durante las partes del oeste, el lenguaje se simplifica y los gestos se exageran para llegar a un público joven y proporcionar un respiro después de las duras o emocionantes declaraciones. El problema es que Cotelo, al mismo tiempo, está tratando temas profundos sobre los aspectos del perdón. Estas escenas resultan un tanto aleccionadoras y elevadas para los más pequeños aunque, en ocasiones, clarifiquen el contenido de lo que hemos escuchado. Y, si a esto le sumamos lo que hemos comentado, estos espacios hacen que el público se despiste y el valor baje pese a que el director siga fiel a su marca.

Salvando esto, la destreza de esta producción está en cómo construye y conduce los impactantes testimonios que desde Francia, España, Irlanda, México, Colombia o Ruanda nos hacen viajar a lo hondo del ser humano. Las declaraciones son poderosas tanto por el contenido como por cómo se cuentan: Irene Villa (víctima de ETA), Shane O´Doherty (único terrorista del I.R.A. que ha pedido perdón), Ramón Isaza (paramilitar colombiano, responsable de más de 10.000 asesinatos), Tim Guénard (Campeón Nacional de Boxeo en Francia), y asesinos y víctimas del genocidio en Ruanda.

Así que Mi mayor regalo, salvando las distancias, enamorará al público más fiel de Cotelo y atrapará al resto de humanos que necesiten o haya experimentado el perdón. Así que como los griegos le llamaban “hyper-don” será, precisamente, El mayor regalo.

Firma: Carla Sciamma