Un trágico relato sobre el odio, y las disputas que este desencadena, ambientado en un pequeño pueblo de alta montaña. A pesar de una gran interpretación de su actriz principal, una falta de precisión narrativa desprestigia la propuesta.
La naturaleza del mal, el peso del odio engendrado y propagado generación tras generación, y la firme búsqueda de la supervivencia son algunos de los temas que Santi Trullenque ha querido plasmar en su ópera prima, El fred que crema. Basada en la obra teatral Fred de Agustí Franch, que firma también el guion, se edifica una tragedia familiar enmarcada en una pequeña aldea de los Pirineos durante el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
La historia sigue a Sara, una mujer embarazada que muestra restricción ante la voluntad samaritana de su marido, Antoni, de esconder a una familia judía en su casa. Es, justo, este personaje femenino lo más destacable del film. Interpretado por Greta Fernández, consigue exhibir con gran solidez esa fortaleza inagotable característica del instinto maternal.
Por el contrario, la trama del nazismo, ya plenamente explotada en el cine, carece de la profundidad suficiente. El personaje del oficial es unidimensional y, a ratos, histriónico. En paralelo, se va desarrollando la crónica de celos, traición y venganza que envuelve a Antoni y Joan, que tampoco evoluciona favorablemente, en parte por un uso recurrente de flashbacks que despistan más que sitúan los hechos.
Un aspecto a resaltar del largometraje es, sin duda, su puesta en escena. Rodado en tierras andorranas, se palpa la dureza del frío invernal y la sensación de aislamiento, pobreza y sobriedad. Asimismo, la ambientación, acompañada de los acentos propios de la región, así como del empleo de la música folclórica, ayuda a dar verosimilitud al relato.
En definitiva, El fred que crema evidencia que la maldad es algo que llega a todos los rincones del mundo, incluso a los más remotos. Además, es una apuesta valiente que demuestra que la producción en Andorra tiene mucho potencial. No obstante, la narración es previsible, incluso en su desenlace y, a ratos, es demasiado lenta.
Firma: Marta Vivas
Invierno de 1943 en los Pirineos. Los ecos de la Segunda Guerra Mundial resuenan en la aldea fronteriza donde viven Sara y Antoni, un joven matrimonio que espera su primer hijo. La llegada de una familia de judíos que huyen de la persecución nazi trastocará la vida en el valle. Sara deberá afrontar una difícil decisión: obedecer a la razón o seguir lo que le dicta el corazón. El pasado y los secretos que la nieve ha mantenido enterrados durante años están a punto de salir a la luz.