Tras su primer largometraje, La bruja, Robert Eggers vuelve a apostar, en su segundo film, por el mismo género: terror psicológico. El director se desmarca de los habituales sustos forzados o excesos de sangre para crear una atmósfera escalofriante. Y, esta vez, de la mano de su hermano, Max Eggers, quien trató de adaptar un relato que Edgar Allan Poe dejó inacabado a causa de su muerte.
Las historias de fareros aislados ya llevan consigo un umbral de inquietud, que se ha explorado previamente en la gran pantalla en La luz entre los océanos o Keepers: el misterio del faro, por ejemplo. Esta última narraba un relato similar, y es que la coyuntura –una estancia en una isla solitaria– no puede presagiar nada diferente a la pérdida de la razón.
Esta cinta es una propuesta radical, y es eso lo que le asegura el éxito. No pretende abarcar un gran público, sino fascinar al nicho al que se dirige. Por ello, es un acierto el enfoque total a la obtención de un ambiente siniestro, dejando de lado la comedia, la trama compleja o los clichés de miedo.
Asimismo, la técnica es un elemento clave. El ratio que ha decidido emplear Eggers (1.19 : 1) contribuye a acentuar la sensación de encierro que sufren los protagonistas y a aumentar la claustrofobia. De la misma manera, la imagen en blanco y negro y la transición de los sonidos a los breves diálogos permiten centrar la atención en el surrealismo de los sucesos, a la vez que evocan el cine clásico. Es también la banda sonora, junto con los ruidos –el estruendo de la maquinaria, las gaviotas que recuerdan a Hitchcock– lo que induce al agobio, ya que hace partícipe a la audiencia del mismo clima paranoico que viven los personajes.
La crónica no va más allá de el empeoramiento de la salud mental de unas personas que apenas se conocen entre ellas y se desarrolla desde la soledad física a la decadencia y violencia. Eso hace difícil hallar coherencia entre las secuencias, ya que, debido a la duración, pueden resultar en una acumulación cansina de delirios sin explicación que no responden a ningún porqué y parecen enlazados como mero recurso para lograr la alucinación. A ello se le suman mitos sobre el mar que dejan libertad al espectador para interpretar su versión de los hechos: si son reales o son un producto desagradable de la imaginación de los fareros.
Por último, hay que destacar el trabajo sublime del reparto, que desborda con sus representaciones, por momentos contenidas, por momentos desatadas. Robert Pattinson se libra por fin de su etiqueta de chico seductor y deslumbra con una interpretación explosiva, acompañado de un gran Willem Dafoe, que culmina esta experiencia inquietante y provocadora. Ambos son uno de los puntos fuertes de El faro, que forma parte de ese cine clásico y distinto con el que no todos disfrutan.
Firma: Patricia Amat
Director: Robert Eggers
Guionistas: Max Eggers, Robert Eggers
Intérpretes: Robert Pattinson, Valeriia Karaman, Willem Dafoe
Género: Drama, Fantástico, Terror
País: Canadá, EE.UU.
Fecha estreno: 10/01/2020
Lenguaje: Coloquial
A finales del siglo XIX un farero y su aprendiz viajan a una pequeña isla de Nueva Inglaterra para ocuparse del faro durante cuatro semanas. Las inclemencias del tiempo, el aislamiento y el pasado que carga cada uno empiezan a disturbar la salud mental de los dos hombres. Sin más compañía que ellos mismos, se ven envueltos en un clima de encierro que los lleva a sumergirse en la violencia y la locura mientras intentan llevar a término su estancia en la isla.
Título original: The lighthouse
País: Canadá, EE.UU.
Duración: 109'
Fecha producción: 2019
Distribuidora: Universal Pictures
Color: B/N