Antonella Sudasassi debuta en la dirección de largometrajes con una obra de denuncia sobre la situación de las mujeres en su país y, se entiende que por extensión, en muchos lugares del planeta.
La realizadora se centra en los pequeños detalles cotidianos que van asfixiando a una mujer insatisfecha que no cuenta con los recursos, materiales o psicológicos, para cumplir con sus expectativas y que tampoco se sabe acompañada por quienes deberían apoyarle. Esta apuesta por la cotidianeidad acentúa el realismo al hacernos partícipes de cada momento de la vida de Isabel y al poder contemplar las sutiles pero violentas ofensas a las que, seguramente de modo inconsciente, le someten su marido y su suegra.
El dramatismo lo construye acudiendo a lo onírico (recurso intermitente y algo desconcertante) y a la tensión creciente que genera, automáticamente, la insatisfacción de la protagonista.
Tanto en lo técnico como en lo formal, Sudasassi cumple con lo prometido y plasma nítidamente las líneas de su discurso. Y ahí, precisamente, radica el principal problema de esta película. En el primer cuarto de hora ya nos ha contado todo lo que nos tenía que contar; ha retratado a todos los personajes y ha mostrado todas sus cartas metafóricas. Todo lo demás es una redundancia tediosa que llega a exasperar e impide, por momentos, mantener la empatía con Isabel.
La simbología utilizada no es novedosa en absoluto, carece de mimo y, a excepción del pelo, al que es capaz de sacarle una amplia e interesante gama de matices visuales y explicativos, solo pone más zancadillas al desarrollo de la acción.
Es confuso, además, aunque esto lo sitúo en mi percepción personal, su discurso sobre el amor. El control, el temor, la falta de confianza, el abuso, la ausencia de sinceridad, el servicio como castigo, la paternidad como derecho y no como don, o el sexo, también, como un capricho de posesión y no de encuentro abierto, sincero y responsable, chocan, en ambos progenitores, con la preocupación generosa hacia sus dos hijas.
En este sentido, este difícil equilibrio que se encuentra siempre en el amor entre lo individual y lo colectivo, la persona y la pareja, el sujeto o la familia, hacen que el drama de Isabel sea humanamente reconocible y cuenta con la comprensión del espectador. Sin embargo, como comentaba al principio, esto ya queda expuesto en las primeras escenas del film y la reiteración del guion de Sudasassi acaba convirtiendo a la protagonista en víctima también de un relato que entra en bucle demasiado pronto.
Quizá por ello, las mejores escenas son aquellas en las que Isabel, acompañada de las dos grandes actrices infantiles que interpretan a sus hijas, se muestra natural y feliz, aunque agotada. Escenas bellas, cercanas, frescas y sinceras.
Firma: Esther Rodríguez
Director: Antonella Sudasassi
Guionistas: Antonella Sudasassi
Intérpretes: Adriana Álvarez, Avril Alpízar, Carolina Fernández, Daniella Valenciano, Isabella Moscoso, Leynar Gomez
Género: Drama
País: Costa Rica
Fecha estreno: 02/08/2019
Lenguaje: Coloquial
Isabel está casada, tiene dos hijas y trabaja en casa de costurera. La economía de la familia es escasa, pero su marido está empeñado en tener otro hijo. Los anhelos de Isabel, sin embargo, no pasan por ser madre de nuevo sino por alquilar un local para su trabajo y, sobre todo, liberarse de la opresión a la que la tiene sometida su esposo.
Título original: El despertar de las hormigas
País: Costa Rica
Duración: 94'
Fecha producción: 2019
Distribuidora: Elamedia
Color: Color