El baño del diablo

El baño del diablo parte de una investigación realizada por la historiadora Kathy Stuart en torno al denominado “suicidio indirecto”, unas prácticas que llevaron a abrir diversos casos judiciales en torno a los siglos XVII y XVIII. En un momento donde la religión tenía un gran peso sociocultural, quitarse la vida era directamente un motivo para ir al infierno. De esta manera, múltiples personas decidían cometer infanticidios o profanaciones para ser sentenciados a penas de muerte y, entonces sí, obtener la absolución.

Severin Fiala y Veronika Franz, sin embargo, no aclaran este contexto hasta el final y eso provoca que el planteamiento de género quede confuso. A pesar de que consiguen trasladar ese aire melancólico a las imágenes y al ritmo del film, el terror psicológico –aquí no existe ningún elemento sobrenatural– acaba fatigando ante la incomprensión de la evolución de su protagonista y la falta de riesgo para ahondar en su psique.

La cinta presenta toda una serie de elementos destacables, entre los que sobresale una exquisita fotografía reminiscente de las pinturas románticas –donde se ensalzaban los paisajes y los ambientes neblinosos–, una buena ambientación y un buen reparto encabezado por una increíble Anja Plaschg. Lástima que todo se articule en torno a un distanciamiento que, poco a poco, va haciendo mella en el visionado y acaba enfriando un punto de partida sugerente para explorar.

Firma: Yoel González