El artista del cristal (The Glassworker)

El pasado junio El artista del cristal se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Animación de Annecy como una revelación para el cine animado de Pakistán. Si bien no es el gran descubrimiento pronosticado, sí que se conforma como una amable cinta con aspectos notables.

Desde el arranque, la película de Usman Riaz recuerda en su ambición a las producciones del estudio Ghibli e incluso comparte aspectos como la incorporación de elementos fantásticos, una localización indefinida o la presencia de la guerra. Aunque en lo que respecta a esto último, Riaz aborda el tema de forma mucho más directa en comparación a la poética de obras como El viento se levanta o La tumba de las luciérnagas.

El mensaje antibelicista atraviesa transversalmente todo el argumento de esta ficción, donde también hay cabida para una historia de amor. A partir de una lectura epistolar, el relato avanza en dos tiempos con soltura y una animación que, aunque rígida, demuestra una sencillez en su trazo y una claridad en sus colores óptima para el público más pequeño.

A pesar de la presencia de un conflicto armado, El artista del cristal no se detiene –salvo una escena un tanto dura visualmente– en la crudeza y apuesta, igual que sus protagonistas, por un cierto pacifismo. Este mensaje conciliador se vuelve en su contra al estar remarcado en exceso, pero consigue evitar la desconexión gracias a dos personajes bien construidos y las escenas que ensalzan el arte como vía para confrontar los horrores de la guerra. Además, el largometraje siempre mantiene un valioso mensaje en favor de la familia.

Firma: Yoel González