El doctor de la felicidad

Lorraine Levy empieza enmarcando el pasado de Knock (Omay Sy) para que entendamos al protagonista. El actor nos sorprende en un papel más dramático de lo que su público está acostumbrado. Y, pese a su buena interpretación, se hecha en falta que Levy (inspirado en la novela de Jules Romains, la cual desconozco) haya dado un poco más de profundidad a su personaje.

Aun y así, a su alrededor la historia se desenvuelve con soltura y el mensaje consigue dar en el clavo. El doctor de la felicidad nos habla sobre la importancia de ser atendido no solo física, sino individualmente. De la importancia de ser escuchado y de tener una razón por la que mejorar. Y es que este mensaje se desarrolla en una divertida trama de estafa.

El director de fotografía Emmanuel Soyer, junto con Cyrille Aufort, que está a cargo de la banda sonora, acompañan a un pueblo italiano de la postguerra que alberga habitantes de lo más variopintos y entrañables. La figura del cartero, interpretada por Christian Hecq (Los visitantes la lían), y la de la campesina, interpretada por Sabine Azéma, son quienes aportan picardía a un guión complaciente.

Sí que es cierto que el film podría juzgar con más severidad las malas acciones y el aprovechamiento moral de la gente, ya que el doctor no es honrado; así como alguna escena sorpresa que queda fuera de tono para los más pequeños.

Pese a ello, El doctor de la felicidad es una película para todos, que también ayuda a reflexionar sobre el uso de las prácticas médicas.

Firma: Carla Sciamma