Dios no está muerto: una luz en la oscuridad

La tercera entrega de la saga Dios no está muerto, llega con expectación para aquellos que la estaban esperando. Sin embargo, quizás sea debido al cambio de directores y guionistas, o quizás por la clímax apoteósico que buscaban alcanzar las otras dos anteriores, pero el director Mike Mason no consigue llegar al nivel de expectación deseado.

El guión lo escribe junto con Howard Klausner, conocido por otros largometrajes del mismo genero cristiano como El poder del perdón, o otras ajenas como Space Cowboys. Ambos deciden apartarse del lenguaje más ensalzador y plantear cuestiones tan humanas como la búsqueda de la fe ante la oscuridad del alma. Un gran acierto es que este silencio de Dios se ve reflejado tanto en el pastor como en los adolescentes, hecho que hace empatizar a un gran público con el film. Y pese a que este punto de arranque sea algo común para muchos, los autores han querido revestirlo de una historia “muy americana” y sumamente estereotipada; cuando quizás un argumento más sencillo hubiera sido más acertado.

Por todo ello, así como la primera entrega nos sorprendía en concepto y trama, esta resulta tan predecible que acaba aburriendo hasta el inicio del último tercio de la película.

No obstante, hay que reconocer el gran esfuerzo de Pancho Burgos-Goizueta a cargo de música y la buena interpretación de algunos protagonistas. Dios no está muerto: una luz en la oscuridad no dejará de gustar a quienes busquen debate y una dosis sensiblera.

Firma: Carla Sciamma