La última entrega de los Digimons se convertirá no solamente en un regalo de despedida para los que crecieron con las aventuras de las digimascotas, sino también en una lección para niños y adultos sobre lo que significa crecer.
Para celebrar el vigésimo aniversario de la creación de la serie Digimon adventure, Taguchi es el encargado de dirigir el film que cerrará las historias de las dos primeras generaciones de Niños Elegidos y sus digimascotas. Estos niños, quienes fueron famosos una vez por ser los héroes que salvaban al mundo real y digital de cualquier tipo de amenaza, tienen que hacer frente a un nuevo reto que cambiará sus vidas para siempre: cuando se conviertan en adultos, sus digimons desaparecerán.
El argumento empieza con un Digimon fuera de control que destruye la ciudad. Los Niños Elegidos que protagonizaron la primera generación se encargan de devolverlo al mundo digital. Sin embargo, cuando lo consiguen, vemos cómo han cambiado sus vidas: ahora son jóvenes que deben atender responsabilidades en el trabajo, que deben asistir a la universidad o que tienen que decidir qué harán tras graduarse. Todo se tuerce cuando aparece en escena Menoa Bellucci una investigadora que pedirá ayuda al grupo.
La película, que en un principio parece simple y predecible, acaba mostrándose como algo mucho más profundo que invita a una reflexión muy interesante. No tiene grandes giros de guion, pero la forma de construir a los personajes la convierte en una elección acertada tanto para pequeños como adultos. Llama la atención especialmente el personaje antagonista, que alejándose de la clara distinción entre bien y mal, permite que el público acceda a sus motivaciones y entienda su modo de actuar, algo que recuerda a la maestría de Miyazaki despertando simpatía con sus antihéroes.
Encontramos así un largometraje de aventuras con el que disfrutar y aprender lecciones sobre amistad, valentía y saber qué es lo correcto. Los adultos se verán identificados con los jóvenes viviendo una nueva y complicada etapa de su vida, donde deben asumir que las cosas cambian y deben seguir adelante, aunque eso signifique dejar su infancia atrás.
El relato, lleno de referencias a las primeras temporadas que harán sonreír a sus seguidores, pone punto final a la trama y lo hace de una manera muy elegante. No es un final grandilocuente y dramático, por lo que consigue emocionar todavía más al espectador. Es por eso por lo que no resulta casual el título elegido, ya que Kizuna hace referencia en japonés a los lazos o conexiones entre personas. Es un sutil y elegante medio de decir que, aunque los digimons y sus compañeros se separen, o la audiencia sepa que es el final de la saga, hay un vínculo creado que jamás se romperá.
Firma: Adriana Navarro
Los protagonistas de las dos primeras generaciones de Digimon se embarcan en una nueva aventura. Sin embargo, esta vez son mayores y no deberán únicamente velar por el equilibrio entre el mundo digital y el real, sino conciliarlo con sus estudios universitarios, trabajos y planes de futuro.
