Día de lluvia en Nueva York

Woody Allen quiere seguir contando algo cada año; un hábito que da lugar a grandes films, otros aceptables y con sus momentos y, aunque simplificando, un tercer grupo de mediocres y mecánicas puestas en rueda de las especialidades y lugares comunes del director.

Día de lluvia en Nueva York pertenecería al segundo bloque. El espectador puede reconocer los alter egos, proyecciones varias, ideas intelectuales, visiones de la alta-media-baja e impostada cultura de Allen en cada uno de sus pasajes; también su crítica al aura del cine y sus habitantes (los de dentro y fuera), su pasión con la urbe neoyorquina y la pericia por trabajar los modos lingüísticos de sus protagonistas (especial atención al personaje de Elle Fanning).

En toda esta marea de leitmotivs, también se acusa cierto cansancio y cierta ausencia de novedad que hace más remoroso el visionado. Sabemos qué va a pasar y qué quiere decir en el subtexto antes de que acabemos de ver el mismo texto.

Aunque eso no es muy bueno, lo cierto es que los 83 años de Woody Allen están bien amortizados en la película: consigue aportar algo al adormecido género de la comedia-romántica, hace pensar y dirige al elenco de intérpretes sacando detalles y facetas diferentes.

Para habituales del director u otros nuevos que quieran acercarse a su trabajo.

Firma: Lourdes Domingo