Contagio en alta mar

Contagio en alta mar se desarrolla mayoritariamente en un barco pesquero. No obstante, la directora dublinesa consigue evitar la monotonía que supone a veces un solo escenario, aprovechando muy bien los espacios.  Gracias a las notables actuaciones de algunos de los intérpretes, como Connie Nielsen o Hermione Corfield, la trama avanza sin ninguna traba, pero con una distribución del tiempo dudosa.

Si bien el clima de tensión es inherente en todo el metraje, las esperadas escenas en las que esta debería culminar brillan por su ausencia. Las partes más emocionantes son breves, sin embargo, las conversaciones a veces parecen alargarse más de lo necesario, pese a que el guion no sea el punto fuerte de esta cinta.

Aun así, Neasa Hardiman consigue incomodar al público con un par de secuencias sangrientas que otorgan al film la categoría de terror. En general, se trata más de una historia intrigante, en la que esperas en todo momento que los personajes sean capaces de salvar sus vidas pues, a lo largo de la travesía, sus cuitas personales provocan mucha empatía.

Se trata de una película que relata, como bien expresa el título, un contagio que se expande muy rápidamente. Por tanto, la situación que viven los protagonistas, aunque a pequeña escala y bastante más gore, es reconocible y comparable a la realidad de la pandemia actual. La cineasta aprovecha este parecido e introduce algunas frases que pretenden concienciar sobre la responsabilidad social que supone haber estado en contacto con alguien que es portador del parásito o directamente serlo uno mismo.

Con una cámara muy ágil y efectos dignos de una producción de ciencia ficción, Contagio en alta mar se convierte en una obra prescindible para los fans del cine de terror, aunque muy entretenida y bien resuelta en su objetivo de mantener la tensión en el espectador.

Firma: Clara Teixidor