El film invierte todo su metraje en humillar a los jóvenes a través de un guion inconsistente que ni siquiera aporta novedad ni el uso de algún recurso original o mínimamente efectivo.
Es cosa sabida que la adolescencia es una etapa de la vida marcada por inconsistencia. La desubicación existencial, familiar, social y hormonal provocan comportamientos extraños (para adultos y niños) y una visión de la realidad sesgada pero anclada en una certeza que empuja a la rebeldía contra todo lo que no es el propio sentir del adolescente.
Que una película refleje eso tampoco es novedoso ni extraño, máxime cuando, sean los años (o los siglos) que sean, los adolescentes se comportan siempre, más o menos, de la misma manera.
Que Inés María Barrionuevo gaste 103 minutos de su vida, y de la nuestra, en humillar a los jóvenes ensalzando los aspectos más descerebrados del quehacer adolescente ya no tiene tanto pase. Por lo menos para la que suscribe, que conoce de primera mano a los adolescentes de hoy y tiene una opinión bastante mejor de los bachilleres actuales.
Camila, se supone, ha cambiado a un colegio diferente al anterior y, según la sinopsis oficial, de educación tradicional. Desconozco los parámetros que siguen los guionistas para calificar de educación tradicional un centro donde la disciplina escasea, el uniforme se lleva sin corrección, se usan los móviles indiscriminadamente, y los jóvenes se relacionan sexualmente entre ellos sin ningún tipo de inhibición. No puede, por tanto, chocarle a Camila nada en ese aspecto.
Quizá se refieran a que es una escuela de clase alta, de niños bien, (entre los que evidentemente se encuentra nuestra Camila) sin preocupación social. Una preocupación que tampoco vemos en Camila, a quien solo le preocupa su mal humor, sus diversiones y satisfacer sus deseos sexuales, pero a la que no vemos en ningún comedor social, ni en un club de debate, ni siquiera leyendo (aunque sí se pasea por la biblioteca).
Entonces ¿contra qué se rebela esta chica? ¿Qué normas le impiden desarrollarse o madurar? Es cierto que un adolescente no necesita razones para quejarse por todo, va en sus genes, pero sin oposición no hay drama, y sin drama, no hay argumento que sustente este guion.
Por otro lado, visualmente esta película no aporta nada nuevo, ni utiliza ningún recurso especialmente efectivo ni subyugante fuera del supuesto escándalo de ciertas escenas que, en este 2022, ya no escandalizan a nadie. Así que, equipo de realizadores de Camila saldrá esta noche, estoy segura de que vuestros talentos se merecen un proyecto más acorde con ellos, con el oficio y, en definitiva, con los humanos que hacemos o vemos cine.
Firma: Esther Rodríguez
Camila debe mudarse a Buenos Aires con su madre y su hermana. Su rebeldía adolescente le impide adaptarse a las nuevas condiciones y, en especial, a su nuevo colegio.