Black Adam

Pese a que la introducción de Dwayne Johnson en el universo de DC no sea mala, Black Adam no destaca por ser una película que vaya a revolucionar el género. En una época en la que el espectador medio está un poco saturado de productos de superhéroes, la cinta de Collet-Serra toma una dirección bastante simple: sin giros rocambolescos ni cameos que te obliguen a analizar hasta el más mínimo detalle de cada fotograma. Es un film que nos recuerda que El escuadrón suicida de James Gunn fue un sueño de una noche y que en DC aún falta mucho que trabajar.

El guion, quitando que sea sencillo, deja mucho que desear y, pese a estar cargado de acción, los diálogos se sienten vacíos y tampoco se echarían de menos si no estuvieran. Eso sí, Johnson sabe capturar la esencia del antihéroe a la perfección, dejando atrás esa faceta cómica que tanto caracteriza al actor.

Hablando de actuaciones, cabe destacar la de Pierce Brosnan como Doctor Destino. Sus escenas son de lo mejor del largometraje y sabe plasmar el misticismo que envuelve a este personaje en los cómics. Hay que añadir que sus frases son las que más brillan entre tanta simpleza. Obviamente, esta película tampoco se escapa del estereotipo de que “si dos superhéroes se enfadan, no existe el diálogo”. Aunque quizá sea una de las mejores representaciones de batallas entre superhéroes, superando, por mucho, aquellas peleas en un aeropuerto vacío que veíamos en Civil War de Marvel.

En general, Black Adam funciona bastante bien. Presenta una cinta de acción sinfín que retrata bastante bien las apariciones del protagonista en las grapas y sus batallas contra Superman o Shazam. Pese a no despuntar en lo escrito, las interpretaciones son decentes y las coreografías, junto con la puesta en escena, ofrecen un buen producto para el público. Además, la cinta sienta las bases para futuras personificaciones junto a otros héroes y en las que, esperemos, se desarrolle un poco más el rol principal.

Firma: Gerard Casado