Bienvenidos a Marwen

A partir de la historia real de Mark Hogancamp, Robert Zemeckis y Caroline Thompson construyen un film sobre el camino de sanación y superación de conflictos a través de la fantasía y el arte.

Sin embargo, su propuesta presenta diferencias respecto a otras películas de tema similar. Esa diferencia, que cristaliza en forma de decepción parcial, se suma a lo decepcionante que resulta el guion, especialmente porque viene de las manos de dos expertos.

Esto resulta aún más triste en el caso de Caroline Thompson, que ha firmado emotivos relatos fantásticos, sobre todo junto a Tim Burton, como La novia cadáver, Eduardo Manostijeras o, previamente, Pesadilla antes de Navidad.

Por un lado, el planteamiento es positivo, en el sentido de la mezcla entre evasión y asunción de la realidad. No obstante, por otro, el libreto abandona la sutileza y se pega a la expresión directa de los sentimientos y traumas de manera que impide al espectador encariñarse con los personajes, pues la trama parece que le obligue a ello al no parar de explicitar lo que sufren.

Además, y también a pesar de las proclamas que se hacen, no parece muy feminista y sí algo enfermizo que el protagonista se dibuje en un mundo rodeado de mujeres (fashion-dolls), que lo adoran, y que presentan marcados atributos y atuendos, mientras empuñan ruidosas armas de fuego.

Dicho todo esto, no puede dejarse de admirar el proceso visual y de trabajo del equipo de Zemeckis, ya habituado a espectaculares maquillajes virtuales. A través de un sistema integrado de creación de muñecos parecidos a los actores, de inmersión digital y de traslación de la captura de movimientos de las personas de carne y hueso a los rostros de esos muñecos, nos encontramos con un Marwen detallado tan admirable como inquietante para aquellos que no se sienten atraídos por el universo de las casas de muñecas.

Firma: Lourdes Domingo