Bienvenidos a España

Bienvenidos a España es un producto más de cine social de Juan Antonio Moreno. No obstante, por momentos y salvando las distancias, puede recordar a propuestas como Ocho apellidos vascos, que buscan reflejar la personalidad de nuestros paisanos. De esta manera, aunque se presenta como un largometraje de refugiados, Moreno dirige la mirada hacia España a través de los ojos de personas que han acabado ahí para empezar otra vida.

Así, nos encontramos ante un peculiar documental que habla de cómo perciben algunos inmigrantes a los españoles, mientras mezcla humor, drama, vitalidad y desdichas. Y no solo es original el contenido, sino también su forma. El director, con su voz en off, es quien va narrando los sucesos, guiando al espectador por las diferentes relatos que se entremezclan. Sin embargo, este recurso no deja tiempo a que el público saque sus propias conclusiones, ya que el cineasta no tarda en dar su opinión, impidiendo cualquier reflexión frente a lo que se contempla.

La cámara se mueve discreta, observando qué es lo que pasa una vez que los refugiados dejan de ser noticia. Eso logra que la audiencia se sumerja en su realidad y que, además, conozca la cultura española desde otro punto de vista.

El rodaje parece similar a la trayectoria de los protagonistas: incierto, sin saber lo que vendrá. De igual modo que ellos llegan a una nueva ciudad sin idea de qué les deparará el futuro, el proyecto parece también avanzar sin rumbo, dispuesto a averiguar sobre la marcha dónde acabará. Por eso, muchas historias quedan sin conclusión cuando sus personajes desaparecen repentinamente. Incluso las grabaciones fueron interrumpidas por la pandemia, con lo que el final se visualiza gracias a los móviles de quienes se grabaron en el confinamiento.

A pesar de todo, se narran acontecimientos desconocidos de figuras diversas que son estimulantes. El carisma de algunas de ellas hace que se puedan pasar por alto los altibajos argumentales y la pesadez del ritmo. No es una obra maestra, pero la materia y el enfoque pueden ser evocadores.

Firma: Patricia Amat