Benedetta

La biografía de Benedetta Carlini está ligeramente desdibujada, dado que no se sabe a ciencia cierta qué partes pertenecen al imaginario de la religiosa o qué otras se modificaron al transcribirse. Sin embargo, el rigor histórico no es la preocupación principal de Paul Verhoeven, que se inspira en la novela de Judith C. Brown, Afectos vergonzosos: sor Benedetta, entre santa y lesbiana, para dar rienda suelta a sus delirios en un film muy provocador.

A grandes rasgos, Benedetta es una película erótica y con una violencia demasiado explícita. Por ello, muchas de sus imágenes pueden herir sensibilidades. No obstante, el morbo desmedido no es el mayor problema de la propuesta. Su gran defecto es el desmadre narrativo, que llega al extremo de ser irrisorio.

No queda claro si el director pretendía articular una crítica a la Iglesia, deslumbrar con una fotografía demasiado estilizada y sobresaturada o si, en realidad –y eso es lo que parece–, solo necesitaba la figura de la monja como excusa para encadenar unos cuantos desvaríos descarnados. Cualquier apariencia de reflexión en el guion queda rápidamente sofocada por la banda sonora o la iluminación despampanante, dejando una trama incoherente y retorcida.

Por otro lado, la larga duración tampoco ayuda a encontrar algún valor en esta cinta, pues solo consigue que el espectador se hastíe ante tantos gritos y tanta sangre. Y, aunque con ello se intente escandalizar, el resultado es tan ridículo y carente de lógica que no hay más remedio que soltar una carcajada.

En definitiva, Benedetta es un título irreverente y ofensivo, sin un argumento provechoso. Es simplemente una colección de escenas sensuales y otras que rozan lo gore.

Firma: Patricia Amat