Bacurau

Kleber Mendonça Filho (Doña Clara) y Juliano Dornelles no esconden la mezcla de géneros pretendida en su curiosa propuesta: western, suspense, drama social y un toque de realismo mágico de tinte perturbador.

Quizá fue esa amalgama, junto a la lectura política, lo que les hizo merecedores del reconocimiento del jurado en el Festival de Cannes y de los premios a la mejor dirección y de la crítica en el Festival de Sitges.

Dicho esto, los espectadores encontrarán una película con una realización y un montaje muy narrativos y con claras y confesas referencias a John Carpenter. Por eso, su trama hace guiños a un público ávido de diversión (y de una violencia extrema, explícita y enamorada de visualizar la desmembración), sin dejar de hacer cómplices a los ojos proclives a parábolas psico-sociales.

En esto último, Bacurau alude, no solo a las complejas relaciones entre el norte y el sur de su país, sino a la fascinación por Norteamérica y a las políticas internas brasileñas.

Es ahí donde quizá el film se vuelve menos interesante, dado que la semejanza y desemejanza entre las referencias es voluble y caprichosa: en algunos aspectos se torna casi en identidad y se evidencia y, en otros, es tan lejana que da la impresión que no hay cuidado en elaborar un discurso coherente en el subtexto.

Valiosa como apuesta por jugar con riesgo a partir de lo autóctono, pero reducida y cuestionable en otros tantos rasgos.

Firma: Lourdes Domingo