Animales fantásticos: los secretos de Dumbledore

Es complicado no hacer aprecio al valor artístico de este largometraje: los encuadres, la fotografía, el cuidado de los pequeños detalles –basta recordar la primera escena en la que Jude Law sumerge un azucarillo en té en un plano delicadamente ideado–. La ambientación en todas las secuencias, el vestuario tan elegante y fino, los escenarios en algunos momentos tan magnánimos son propios de una película de época debidamente realizada. Aunque pertenece al mundo mágico, esta trilogía se presenta mucho más arraigada en el contexto histórico de los hechos –el “mundo real”– que los films de Harry Potter, y la combinación de ambos resulta un enorme acierto. Todo ello con unos espectaculares efectos visuales.

El guion está en sintonía con el de las anteriores cintas. Desde la primera entrega de Animales fantásticos, la nueva saga parece haber seguido el recorrido vital de los seguidores de Harry Potter. Se presenta más seria que su predecesora, pues el público que creció con ella es ahora más adulto. Por eso, a pesar de que muchos puedan discrepar, estas propuestas han conseguido traer a aquellos que vivieron la primera saga –unos años mayores– de vuelta al mismo universo mágico.

La trama particular de este título, el proyecto de Grindelwald de gobernar a través de la Confederación, se presenta y se culmina correctamente. En la historia general, este relato concreto avanza y prepara el terreno para un desenlace que puede poseer mucha fuerza.

No obstante, el argumento debe repartir el peso entre un gran número de roles. El protagonismo de los Dumbledore o de Jacob y Queenie está más que justificado. Pero otras subtramas quedan relegadas sin motivo de peso (como la pérdida de Leta para Theseus. O sobre todo la relación entre Newt y Tina). Por otro lado, la sustitución de Johnny Depp por Mads Mikkelsen, unos de los aspectos que parecían más críticos, no hace desmerecer al personaje.

De todas maneras, como siempre, posee guiños que remueven el corazón de cualquiera que aprecie el mundo de Harry Potter. Aparecen rostros conocidos, o crónicas incoadas anteriormente, incluso escenarios clave en el desenlace del querido mago.

Firma: Matías Amat