Un film de suspense que incomoda, pero que incluye importantes reflexiones frente a una época marcada por la desinformación, los prejuicios raciales y unos juicios mediáticos movidos por el fervor de las primicias y lo morboso.
Philip Barantini construye un thriller con un claro componente crítico y social que rápidamente deja la calma inicial presentada para sumergirse en una vorágine de tensión, suspense y estrés. Es cierto que a nivel de guion hay elementos que se siembran de forma muy evidente y algunas decisiones torpes, como cuando al final se opta por ser más impactante y se pierde la esencia de aquello más sugerente para caer en algo más gráfico. No obstante, la película brilla cuando queda contenida en ese miedo del protagonista y en esa necesidad por sobrevivir, llevando al espectador a sentir casi su latido acelerado.
El argumento de Acusado nace de una mera confusión y acaba derivando en una persecución violenta y desproporcionada. Si bien el film habría podido acabar siendo algo meramente sensacionalista, hay reflexiones muy necesarias tras ella vinculadas a temas diversos: los prejuicios sociales y racistas; el peligro del anonimato en las redes sociales –planteado de una forma inteligente por la ausencia de rostros en aquellas personas que se esconden tras el linchamiento mediático perpetrado y se únen a las acusaciones sin fundamento oficial– y su facilidad por tergiversar los hechos; la correlación entre el miedo y el odio, o la simpleza en la que caen los medios de comunicación a la hora de dejarse llevar por la desinformación o lo morboso.
Así, el largometraje es coherente con su trasfondo hasta el final, donde pese a las torpezas del desenlace, cierra con una reflexión en torno a la dificultad de volver a la normalidad tras un suceso traumático, la cobardía de ese anonimato en redes, la sencillez de algunos por juzgar y no por disculparse cuando se demuestra su equivocación y, nuevamente, la facilidad de los medios por aprovecharse de lo trágico para sacar sus propias producciones.
Si bien se pasa mal durante el transcurso de la historia –reforzando el malestar a través del ambiente nocturno, el juego con el fuera de campo, la angustia musical o la brillante actuación de Chaneil Kular-, todo aquello que se cuenta tras los acontecimientos mostrados y el retrato contemporáneo que se realiza posee suficiente importancia como para no únicamente disfrutar de un thriller, sino a como espectadores pararnos a pensar.
Firma: Yoel González
Después de un atentado terrorista en la Estación Central de Londres, Harri Bhavsar se ve envuelto en una caza de brujas cuando se le acusa falsamente de haber sido el perpetrador de los ataques. Ante la escalada de señalamientos y violencia por redes sociales, un grupo radical decide ir a por él, mientras que su fin de semana tranquilo se convierte en una lucha por sobrevivir.
