El film de Dani de la Orden y Àlex Murrull despierta la curiosidad sobre la selección española de waterpolo que participó en las Olimpiadas del 92. Aunque no es original, es eficaz y fácil de ver.
Cuando se han cumplido treinta años de las Olimpiadas de Barcelona en 1992, asistimos al estreno de esta inusual película sobre el equipo español de waterpolo que compitió en dichos juegos. Digo inusual porque estamos acostumbrados a productos de ese tipo venidos habitualmente de Estados Unidos y hemos compartido las derrotas, victorias, sufrimientos y alegrías de cientos de deportistas de baseball, rugby, baloncesto, atletismo, etc… El deporte no ha sido un tema frecuente en el cine español fuera del futbol franquista (Once pares de botas, Las Ibéricas F.C.…) o el boxeo (El tigre de Chamberí o Alacrán enamorado) y, sea lo que fuere, siempre ligado a la comedia.
Dani de la Orden y Àlex Murrull, apoyados en el guion de Carlos Franco, rompen esa tendencia ofreciendo un largometraje con los elementos habituales del género que consagró en su momento Hugh Hudson en Carros de fuego. Inspirada en hechos reales, aderezada con escenas o tramas de ficción que agilicen y hagan más atractivo el relato, múltiples enfrentamientos (con el nuevo entrenador, pelea de egos, prejuicios regionales…), emociones individuales y colectivas, cámara lenta (de la que, afortunadamente no abusan) y, en definitiva, una correcta adecuación del estilo visual a la crónica que nos quieren transmitir.
42 segundos se ve con facilidad (a pesar de un constante y desagradable lenguaje malsonante), entretiene y consigue interesar incluso a aquellos muy alejados del deporte en general y el waterpolo en particular. Suscita la curiosidad sobre qué detalles son reales y cuáles de ficción e incluso indagar sobre las competiciones posteriores de esta selección que supuso un antes y un después en la historia de este deporte en España.
Sin querer hacer un documental, sirve para rememorar (los que lo vivimos) o ilustrar esos Juegos Olímpicos que contribuyeron a cambiar la cara de España en el extranjero y, de la mano de Miguel Induráin, pero mucho antes de los Gasol, Iniesta o Nadal, hicieron que el país saliera de su ostracismo deportivo internacional.
Buen film, por lo tanto, sin grandes innovaciones pero correcto y eficaz.
Firma: Esther Rodríguez
Falta menos de un año para las Olimpiadas de Barcelona 92 y la selección española de waterpolo tiene pocas esperanzas de ganar alguna medalla. La llegada de un nuevo entrenador revolucionará al equipo: sus prácticas casi militares y la incorporación de jugadores madrileños a un combinado casi exclusivamente catalán provocará numerosos enfrentamientos.
