Introspección, reflexión y diversión en un recorrido en caravana a través de Europa: estas son las claves de un film protagonizado por dos excelentes actores y enmarcado en una serena fotografía que presenta al público una tierna trama.
Un pequeño fracaso universitario de dos jóvenes los impulsa a decidir emprender un viaje durante el verano. Por casualidad, antes de salir, ambos se conocen y se convierten en compañeros de ruta. Este sencillo inicio, con el que se puede presentir una predecible y típica historia de amor, queda sorprendentemente superado en su desarrollo gracias al guión del propio director y Silke Eggert.
Durante más de dos horas, se van construyendo los personajes poco a poco, a través de evocadores diálogos, y, por supuesto, de un viaje por la carretera, que es metáfora de uno más espiritual. Este género cinematográfico de la road movie permite a su vez deleitar a la audiencia con atractivos paisajes, en una expedición de Berlín a Portugal, acompañado por una acertada banda sonora. Quizá, esto último añade un tinte pastel al relato, pero sin llegar a ser empalagoso.
Aunque puede intuirse el final de trayecto, el director dosifica apropiadamente la aproximación entre los protagonistas. De esta manera, no se fuerza la relación desde el principio, con un flechazo a primera vista, sino todo lo contrario. Cada uno empieza a conocerse a sí mismo y eso dará pie a derribar las barreras que los separan. La naturalidad en este proceso se consigue en gran parte gracias al excelente trabajo de Mala Emde y Anton Spieker, sobre quienes recae la mayoría del peso de la película. Su actuación espontánea atrapa al público y ameniza la larga duración del film.
El itinerario en caravana y la poca acción dan pie a interesantes conversaciones que revelan la manera de pensar de Jule y Jan, su pasado y sus aspiraciones. Hablando de capitalismo, la diferencia entre la cooperación y la competición, genética, fidelidad o sexo, ambos empiezan a crear un mundo compartido, a la vez que incitan al espectador a reflexionar él mismo sobre esos temas. Este aspecto, junto con algún punto trágico, contribuyen a distanciar la cinta de las conocidas comedias románticas.
303 es simultáneamente un recorrido por Europa y uno interior, que funciona gracias a sus actores principales y a la fotografía. Esta road movie en una Mercedes 303 conducida por dos millenials probablemente no aporte nada, pero es un tiro seguro para distraer, complacer, divertir y enternecer.
Firma: Patricia Amat
Jule es estudiante de biología en Berlín y, tras suspender un examen, decide irse de viaje en su caravana. De camino, en un área de servicio, se encuentra con Jan, otro joven estudiante que busca transporte. Por ello, ambos se convierten en compañeros de ruta y de una experiencia que transformará su forma de pensar.