La película revisa los hechos verídicos que sucedieron en los años 70 alrededor de la poderosa mafia La French, que se originó en Marsella y hacía negocios con Estados Unidos, entre otros países. Esta vez la perspectiva y escenarios son franceses, ya que esta historia ha sido objeto del cine y la televisión en varias ocasiones, a partir de la mirada americana. La más conocida es The French Connection, que protagonizó Gene Hackman bajo las órdenes de William Friedkin en 1971 y que ganó nada menos que cinco Oscar. John Frankheimer haría la segunda parte en 1975.
Conexión Marsella se ha presentado en Toronto y en Sitges, además de contentar a un millón y medio de espectadores en su estreno en Francia.
La acertada dirección y la producción desplegada en diferentes sets policiales y de la cultura mafiosa -como discotecas, afines bares de barrio y mansiones con preciosas vistas a la bahía marsellesa- dan fuerza narrativa a la vez que una pincelada moderna al género.
Laurent Tangy envuelve con cuidada fotografía este thriller de ambientación y estética esmeradas, con grandes interpretaciones en lo que respecta tanto a protagonistas como secundarios.
Las escenas de acción se conjugan bien con tramas y personajes profundos, que reflejan la corrupción política e institucional, la delgada línea que puede rasgar la vida familiar y profesional y la justicia y la verdad como poderosos motores que a veces conducen al juez-héroe al límite.
La banda sonora remarca al ritmo de música pop momentos clave del argumento, llenándolos de mucho significado y carga dramática sin necesidad de palabras.
Uno de los puntos fuertes de La French es la identificación con personajes auténticos, de la mano de las espléndidas interpretaciones de Jean Dujardin y Gilles Lellouche, antagonistas y centro de un paralelismo vital y hasta físico, debido a su parecido.
El espectador reconocerá una historia y género populares pero con estilo y magnetismo emocionante, gracias a esas excelentes actuaciones y a un toque de humanidad y de humor. Las únicas y ligeras carencias –perfectamente llevaderas– son el extenso metraje y un título poco inspirador para una cinta muy íntegra y recomendable.
Firma: Begoña Arribas
Marsella, 1975. Pierre Michel, un intrépido magistrado y amante de la justicia con esposa y dos hijas, acaba de ser transferido para ayudar en la lucha contra el crimen organizado. Él decide atacar a la French Connection, una operación de la mafia que exporta heroína a todo el mundo. Pierre lidera una cruzada contra Gaëtan Zampa, el padrino más intocable, jugándose todo lo que tiene por la causa.