Clara, no es nombre de mujer

Clara, no es nombre de mujer tiene la habilidad de reunir en apenas cien minutos casi todos los males del cine español. El guión es pobre, deslavazado y repleto de tópicos y zafiedades. Van apareciendo personajes de otras épocas del cine patrio que creíamos superadas, como el despótico militar padre de familia de Soldadito español o la caricatura de pijo del Sufre mamón de los Hombres G. Aparte queda el hecho de que todo en la película parece montado para el (dudoso) lucimiento de Juan Dorá, joven cantante e hijo de un amigo del director que, como antaño Marisol o Joselito, utiliza el cine como plataforma de lanzamiento.

La película, además, abarca demasiado. Tiene parte de comedia adolescente, tan de moda en las series de televisión actuales, pero también se interna en el mundo de los moteros, en el de los hombres maduros aburguesados y en el de los cubanos disfrutones. Entre tantos ambientes es lógico que encontremos algún fugaz destello de calidad, como el episodio de la vaca del matrimonio cubano o el personaje de Jorge en general que resulta simpático, generoso y optimista.

En cuanto a los actores, y sin querer ser derrotista, compiten entre ellos por ser quien peor declame o gesticule. Se salvan quizá Jorge Sanz y Juan Muñoz, que hacen de ellos mismos, Miriam Benoit y alguna aparición estelar como la de María José Alfonso. Pero el resto, en especial los jóvenes, sobre los que recae gran parte de la historia, tienen mucho que aprender antes de volver a ponerse delante de una cámara.

Firma: Esther Rodríguez