Ciudadano Bob Roberts

Primer largometraje del hoy famoso actor y nuevo realizador Tim Robbins (fundador y director artístico de un grupo de teatro progresista en USA), que evidencia las posibilidades creadoras de este joven valor del cine americano. Su película es brillante, posee un buen ritmo y logra interesar al espectador. Aun así, a pesar del look de modernidad que respira su puesta en escena, le falta la fuerza crítica de los grandes clásicos sobre el tema: desde All the King´s Men (1949) de Robert Rossen, hasta Todos los hombres del presidente (1976) de Alan J. Pakula.

Con todo, Ciudadano Bob Roberts está bien interpretada y logra un notable retrato de la idiosincrasia y del mundo político norteamericano actual. Sin embargo, la aguda denuncia del “contestatario” Robbins -que ha estrenado simultáneamente The Player de Robert Altman- apenas ha incidido en la campaña electoral estadounidense que llevó a Bill Clinton a la Casa Blanca. El personaje que encarna -parecido el nuevo presidente americano- sale bastante mal parado, o al menos expresa serias dudas sobre la limpieza electoral de ese país democrático. El entramado de intereses que muestra -detrás de canciones en pro de los valores tradicionales y contrarias a las drogas- pone en tela de juicio todo el sistema político.

No obstante, el autor -Tim Robbins ha escrito también el guión- no carga las tintas ni cae en el cinismo habitual de este tipo de películas; pues su sencilla sátira está en la línea de otros films menores -como El candidato (1972) de Michael Ritchie (aunque éste sí influyó en la no elección de McGovern)-, que se ven con cierto agrado y hacen reflexionar al público cuando son estrenados oportuna o “sospechosamente” en plena campaña electoral.

Firma: Redacción