Laura Poitras es una realizadora norteamericana especializada, en sus últimas producciones, en destapar las actividades ocultas, y no excesivamente legales, del gobierno de Estados Unidos. Su línea de trabajo, aunque entronque en algo con los trabajos de Michael Moore, tienen más calado, más profesionalidad y da una mayor sensación de seriedad. Era lógico, por tanto, que colaborase en sacar a la luz los documentos que Snowden se ha propuesto mostrar al mundo, denunciando a Washington como un moderno y real Gran Hermano orwelliano.
El tema, por tanto, no puede ser más actual y es esta contemporaneidad, precisamente, uno de los lastres de este trabajo que, a pesar de todo, cuenta con el beneplácito e incluso el entusiasmo de la crítica cinematográfica, que ya le ha otorgado un Oscar y un BAFTA.
El caso Snowden es un caso inconcluso. Todavía hoy sigue viviendo en Moscú, donde le dejamos al final de la película, y no sabemos en qué va a parar su vida ni Estados Unidos conseguirá su extradición para juzgarle por alta traición. Y en cuanto a los papeles que descubrió al mundo, pueden leerse en cualquier página de internet después de que The Guardian y The Washington Post hicieran que abriesen los telediarios de todo el planeta. Es decir, este documental no revela nada, ni presente ni futuro, que no sepamos ya por la prensa.
Parece que Poitras quiso centrarse en el lado humano de Snowden mostrándonos al joven encerrado en su habitación de un hotel de Hong Kong alejado de sus seres queridos, contando a los periodistas cómo ha puesto en peligro su vida en favor de la justicia. Pero Snowden no es un actor y todas esas escenas resultan, al final, “posados” artificiales que rebajan su nivel de humanidad y hacen difícil que el espectador empatice con él fuera del físico escuálido y desangelado que exhibe.
Por otro lado, dichas secuencias tardan mucho en llegar. Para entonces ya hemos tenido un tedioso y complejo galimatías de asuntos legales, que se nos escapan a los que no dominamos la administración pública estadounidense, tan distinta de la nuestra. Tampoco encontramos, en esos momentos, en el hotel indicios de persecución o de la tensión propia de una película de espías o de conspiraciones. Hay que esperar prácticamente al minuto 67 (de sus 114) para que empecemos a ver datos nuevos, cierto peligro o reacciones internacionales que, al final, ponen más de relieve la trascendencia de lo descubierto por Snowden.
En definitiva, un documental excesivamente frío, en absoluto objetivo (a pesar del tono de seriedad), muy poco revelador (casi por necesidad, dado el estado actual del caso real que nos cuenta), bastante pretencioso y decididamente aburrido.
En opinión exclusivamente de la que suscribe, los reconocimientos que este trabajo ha recibido tienen más que ver con la habitual tendencia de los intelectuales a golpear al gobierno de Estados Unidos, aprovechando además, una administración Obama que ha decepcionado a los que esperaban del él unas políticas más progresistas que las que está llevando a cabo.
Firma: Esther Rodríguez
Documental que cuenta cómo Edward Snowden, analista de diversas agencias de seguridad de Estados Unidos, filtró documentos secretos que demostraban cómo su país había organizado una red de espionaje mundial. A través de los dispositivos móviles y otros métodos, se anulaba la privacidad de cualquier ciudadano dentro o fuera de sus fronteras.
Snowden contará con la ayuda de varios periodistas y sus encuentros serán filmados por Laura Poitras, directora del film.
