Celuloide

Se trata de un film-homenaje a la obra maestra que abrió el movimiento neorrealista, reacción italiana contra el fascismo que constituiría poco menos que el nacimiento del cine moderno. El realizador de esta entrañable cinta, evocadora de una época y un rodaje histórico, es Carlo Lizzani, veterano autor de filmes análogos –L´oro di Roma (1961), El proceso de Verona (1963), Mussolini ultimo atto (1974)–, antiguo crítico e historiador, muy conocido por su compromiso político de izquierdas. Entre 1979 y 1983, fue asimismo director de la Mostra de Venecia. Precisamente en la fecha en que se conmemoraban los 25 años de Roma, ciudad abierta, este cineasta italiano rindió tributo a su maestro Rossellini –para quien escribió guiones– y al también desaparecido Amidei, una de las figuras del Noerrealismo (su último guión sería La noche de Varennes, para Ettore Scola); al tiempo que aparecen otras figuras del cine de posguerra: desde Federico Fellini (Antonello Fassari) y Aldo Fabrizi (Massimo Daporto) hasta Anna Magnani, que encarna con enorme fuerza dramática la asismismo temperamental actriz Lina Sastri. Realizada dentro del estilo documental que caracteriza a la obra de Lizzani, su insólito trabajo parece un making-off de la película emblemática que rememora; pues, además, combina imágenes originales del propio filme de Rossellini con las secuencias en color rodadas ahora. Celuloide es, ante todo, un canto al cine italiano y a la escuela neorrealista, junto a un homenaje a los estudios Cinecittà y al sufriente pueblo de Roma. Sus apuntes biográficos sobre las figuras que recrea son agudos, y se evidencia una gran admiración por los autores y actores del filme que evoca.

En esta obra –dirigida especialmente a cinéfilos– se puede apreciar un buen estudio de mentalidades italianas –sobre todo, del mundo del cine y su difícil trabajo en esos tiempos de crisis y, por tanto, de cambios–. Pero, en su conjunto, la película posee cierto aire algo forzado; es más, adquiere a veces un tono que sabe a poco creíble. Falta de credibilidad y acaso de verdadera autenticidad –contraria, por tanto, a la poética y al espíritu del Neorrealismo– que la mantiene en una categoría artística bastante alejada de su modelo hoy homenajeado. Personalmente, pese a ser un admirador de Roberto Rossellini y de su magistral Roma, città aperta, Celuloide no logró emocionarme. Pues, a los 73 años, Carlo Lizzani carece hoy del vigor que mostrara antaño con Achtung banditi! (1951), su vibrante homenaje a la Resistencia, y con Cronache di poveri amanti (1954), según la novela de Pratolini, sobre la atmósfera de la Italia fascista en la Florencia de los años 30.

Firma: Redacción