Cars 3

La saga de Fast and Furious ya tiene versión infantil. Y esto no es necesariamente negativo si consideramos las ocho películas que llevan, el público que mueven y el dinero que recaudan. Y todo ello gracias a sus trepidantes escenas de carreras, persecuciones, choques, derrapes, frenadas entre humaredas y nada más; sólo eso, como el café. Sin más complicación, mensajes o sutilezas en el guion.

Y esto mismo es lo que ofrece Cars 3: una acción continua y espectacular (con la diferencia obvia de que es animación y tiene más colorido) pero carente de imaginación, sorpresa o algo de enjundia en la trama. Como un mero producto de entretenimiento cumple y con creces. Sin embargo, no es a lo que Pixar nos tiene acostumbrados y por eso decepciona.

Es cierto que si pensamos en Pixar y repasamos los tres pilares sobre los que ha asentado su manera de hacer cine y su éxito incontestable, detectamos que en Cars 3 siguen dos de ellos, aunque también notamos que el taburete cojea. Me explico.

Pixar ha revolucionado el mundo de la animación gracias a su exquisita calidad técnica, a lo innovador y rico de sus temas y personajes y a la aportación de honestos valores antropológicos transmitidos con naturalidad y buen humor. En este caso, volvemos a encontrar vivamente contado el valor de la amistad, el esfuerzo y el trabajo que requiere el éxito, el respeto a la palabra dada, etc… Y también gozamos de una animación que no desdice de ninguna de sus propuestas anteriores. Pero la trama resulta pobre y muy escasa, con personajes planos, sin ningún punto de inflexión y apoyando su tensión dramática exclusivamente en los incidentes de las carreras. Y así, como película, y como quien se queda sin gasolina, no llegaremos muy lejos.

Firma: Esther Rodríguez