Capitán Harlock

Entre 1977 y 1979, Leiji Matsumoto publicó un cómic protagonizado por el Capitán Harlock, un pirata espacial que surcaba la galaxia bien entrado el siglo XXX. A pesar de lo breve de su paso por el papel, levantó pasiones su mezcla de ciencia-ficción con la imagen tradicional de los corsarios con parche y tripulaciones de marginados asociales, pero valientes y leales. Se adaptó varias veces a la televisión y, ahora, los prestigiosos estudios Toei, especialistas en cine de animación en 3D lanzan su versión cinematográfica.

Sus realizadores recuperan al mítico pirata, aunque incorporan nuevas historias y personajes que no aparecían en el cómic original y que le añaden un aspecto más oscuro. De este modo, se acrecienta el misterio que no cae en lo excesivamente siniestro.

Nada se puede objetar al aparato visual, con grandes aciertos en el realismo de personajes, naves o planetas. Presenta una estética muy cercana al videojuego coherente con las técnicas utilizadas y con el tipo de público al que, en principio, va dirigida. Las diferentes escenas, pacíficas o bélicas, se narran con la preciosista calma a la que el cine japonés es tan aficionado, sin que resulte por eso tediosa en absoluto.

Dejando aparte la fascinación que es imposible no sentir ante el espectáculo visual que se nos ofrece, la historia que nos cuenta no hay quien la entienda. El guión está repleto, como es habitual en el género, de términos inventados para designar las naves, los animales, los nuevos planetas, los distintos extraterrestres y todo tipo de aparatos, armaduras o luces que se pasean elegantemente por la pantalla. Por si ese galimatías no fuese suficiente, los ambiciosos realizadores han querido introducir demasiados elementos que, lejos de enriquecer la trama, la enredan de tal manera que se hace muy difícil de seguir y se acaba perdiendo interés.

Hay también demasiadas referencias a obras anteriores que, al no ofrecer Harlock algo nuevo explicado con claridad, acaban pesando demasiado. La Arcadia como un nuevo Halcón Milenario, los humanos errantes de Galáctica, los desolados parajes de Mad Max e incluso un giro de guión demasiado parecido al Pirata Roberts de La Princesa Prometida.

Por lo tanto, un bello espectáculo de animación que gustará en lo visual a todos pero que solo emocionará completamente a los “iniciados” en el apasionante mundo del cómic oriental.

Firma: Esther Rodríguez