Blood Money, el valor de una vida

El esfuerzo invertido se trasluce inmenso en este trabajo de documentación que disecciona la legislación y la jurisprudencia americana sobre el aborto. El director David K. Kyle exprime en sus entrevistas a profesionales del derecho, jueces y fiscales que declaran que la Ley del Aborto contraviene artículos de la tan sagrada Constitución Americana. Busca también la opinión de científicos solventes que definen biológicamente cuándo y cómo empieza la vida de un ser humano. Desgarra la pantalla cuando destapa el dolor de las mujeres afectadas que hablan con sencillez sobre su decisión. Y vomita sobre la platea cuando da voz a aquellos que durante mucho tiempo se lucraron con una industria de miles de millones de dólares. Beneficios de un negocio montado sobre el dolor y el desamparo de la mujer, joven jovencísima, negra negrísima, latina, desestructuradísima.

La denuncia de la narradora Alveda King, sobrina de Martin Luther King, pone los pelos de punta, es valiente. La lucha en América por la legalización del aborto no fue una batalla altruista por conseguir liberar a las mujeres. Se trató simplemente de dar forma a un plan que redujera la natalidad de la población afro-americana y de las clases sociales más marginadas y, por el mismo precio, forrarse vivos los cuatro jerifaltes que montaron las clínicas de planificación familiar cuyo producto estrella era y es la interrupción del embarazo.

Podría ser un farol, pero las palabras de extrabajadores dedicados profesionalmente a esta industria detallando las técnicas médicas y psicológicas a las que sometían a las jóvenes mujeres con el fin de colocarles un aborto y pasar por caja, hacen que la sala entera huela a dinero y a capitalismo feroz.

Todos los testimonios vitales y profesionales son lo que son: retratos vividos de personas profundamente implicadas y afectadas. Y en esa verdad que cada uno ofrece reside el valor de este documental. Nada tenebroso ni sensacionalista, como acostumbran a ser esta clase de reportajes, pero desacertadamente ligado a una estética religiosa que llega a mosquear. El derecho a la vida es previo a cualquier confesión religiosa a cualquier expresión política ¿por qué esta manía de mezclar churras con merinas? Este agujero negro unido a un penoso epílogo dedicado al estado de la cuestión en España, a la mala calidad de la copia y a una subtitulación ilegible resta calidad pero no interés al documento.

Partidarios o no, la información es objetiva e ilumina el lado oscuro de este asunto: la negligencia médica y el negocio indiscutible. Así que ¡a por la información!

Firma: Ana Puigarnau