Steve McQueen nos hace viajar a un contexto ampliamente tratado en el audiovisual, pero logra impregnarlo de su visión diferencial. Aunque cae en una extrema prudencia, su resultado acaba siendo más que satisfactorio.
Blitz hace alusión al sonido asociado a los constantes bombardeos perpetrados por los nazis contra las costas británicas a comienzos de la Segunda Guerra Mundial como parte de su plan de guerra relámpago (o blitzering). En este contexto, Steve McQueen decide ambientar su nueva película, después de un documental situado en la misma época: Occupied city.
Con varios proyectos a sus espaldas que confirman el talento de McQueen, es oportuno remarcar que nos encontramos ante uno de los cineastas británicos más interesantes en la actualidad. Aquí, de todos modos, se muestra mucho más comedido, lejos de su mirada arriesgada –los momentos de ingenio tan solo hacen amagos de asomar– y rozando un desarrollo más tópico en torno a un periodo muy manido en la ficción.
Pese a esta prudencia, el realizador consigue añadir un aspecto diferencial a la trillada contienda que distingue a la obra y atrapa la atención del espectador. Su compromiso por reivindicar las injusticias y, sobre todo, exponer el racismo social y estructural que ha marcado la historia –muy presente en films como 12 años de esclavitud o Small Axe– supone una sugestiva marca distintiva.
Así pues, la audiencia disfrutará acompañando a los protagonistas de esta tierna (e intensa) historia maternofilial que, con sus saltos temporales, subraya siempre los resquicios de esperanza y luz. Además, su gran puesta en escena, el acompañamiento musical de Hans Zimmer, las interpretaciones de jóvenes estrellas consolidadas como Saoirse Ronan o Harris Dickinson, y la asombrosa revelación de Elliott Heffernan ponen la guinda al pastel. De esta manera, aun con sus momentos edulcorados, Blitz es un correcto visionado que, según sensibilidades, puede llegar a conmover.
Firma: Yoel González
Londres, septiembre de 1940. Rita toma la decisión de evacuar a su hijo George, de nueve años, lejos de la ciudad ante el incremento de los bombardeos por parte de los nazis. El pequeño se niega a abandonar a su madre y decide escaparse del tren que lo llevará a territorio seguro para regresar a casa junto a ella y su abuelo. Cuando Rita se entera de la huida de su hijo, hará todo lo posible para dar con él.