En 1999, Eduardo Sánchez y Daniel Myrick sorprendieron al espectador y a la crítica con El proyecto de la Bruja de Blair. Siguiendo el lugar común literario del manuscrito encontrado, elaboraron una historia de terror que retornaba al retrato más real de ese sentimiento, mientras se alejaban de otros clichés de un género plagado de estereotipos.
Al mismo tiempo, convirtieron su carencia de medios en abundancia de ingenio, con una campaña publicitaria que aprovechó la ingenuidad del usuario de un internet que empezaba a llegar a los hogares del espectador medio.
Por todo lo anterior, y por el tiempo transcurrido (más de dieciséis años), era muy arriesgado querer seguir estirando su éxito. Donde se partió de un clásico (la bruja) y se innovó en el género, ahora (y a pesar de que Sánchez y Myrick son productores ejecutivos) solo queda un retorno a ese horror casi paródico de situaciones mil veces vistas en otras mil películas.
Adam Wingard y Simon Barrett (The guest, Tú eres el siguiente…) fagocitan el atractivo del bosque y la idea de mezclar fuentes de filmación distintas para inundar el metraje con un despliegue explícito y vacuo de tecnología: cámaras analógicas, digitales, incluso cámaras GPS en la oreja o GoPro. A pesar de este festival, el resultado es un trabajo de encuadre y montaje con escaso objetivo dramático y un intento de efectismo que no llega a buen puerto.
Aburrida y torpe, Blair Witch sucumbe a mostrar donde antes (en la original) se sugería. Se rinde a la exageración (se añaden sonidos en over que falsean la coherencia de las cintas encontradas) donde antes bastaban unos sonidos en off. Y se entrega a exhibir luces y movimiento de objetos, incluso a dilatar esa evidencia multiplicando los palos de madera donde hace unos años solo eran precisos un par de ellos colgados en un par de secuencias.
Firma: Lourdes Domingo
Han pasado veinte años desde que la hermana de James y dos amigos suyos desaparecieran sin dejar rastro en los bosques de las Colinas Negras, en Maryland, mientras investigaban la leyenda de la bruja de Blair. Ahora, el propio James y sus amigos Peter, Ashley y la estudiante de cine Lisa se adentran en esos mismos bosques cámara en mano con intención de desentrañar el misterio de su desaparición.
Al principio, el grupo se muestra esperanzado, sobre todo tras conocer a un par de lugareños, Lane y Talia, que se ofrecen para hacer de guías por los oscuros y sinuosos bosques. Pero, a medida que avanza la interminable noche, sienten el acecho de una amenazadora presencia.
