John Green escribió el libro base de este film, tras inspirarse ligeramente en la amistad que trazó con una joven enferma mientras él era voluntario en un hospital. Al mismo tiempo, Green mantiene con su hermano diversos proyectos en Youtube vinculados con el vídeo blogging y la educación en literatura, historia y ciencia.
A pesar de toda esta actividad, Bajo la misma estrella es una novela de escasa calidad literaria, ligada a ese estilo directo que se convierte, para muchos autores con ganas de vender y pocos recursos creativos, en la única arma para atraer muchos jóvenes, aunque no sean lectores habituales.
Scott Neustadter y Michael H. Weber son el dúo guionista de 500 días juntos, La pantera rosa 2 o Aquí y ahora, una película no estrenada en cines en España que cuenta también con Shailene Woodley como protagonista. En la presente adaptación, ambos no se han arriesgado y se han mantenido pegados al estilo de alto voltaje sentimental que animaba las páginas de libro.
En Bajo la misma estrella desfilan muchas de las fases descritas por los enfermos de cáncer: la esperanza, la recaída, la vuelta a la esperanza, la aceptación, la rebeldía, la lucha por escapar de un contexto de compasión, el deseo de no hacer sufrir a familiares y amigos… Curiosamente, algo que está muy presente en un trayecto como el de esta enfermedad es el del sentido que, sin embargo, está casi ausente en el film.
De este modo, con esta gran carencia y en medio de un tímido existencialismo, la película se acoge y sostiene exclusivamente en el amor adolescente como rescate provisional. Ni la familia (los padres son meras comparsas en las tramas), ni los amigos (otra laguna en la vida de Hazel), ni la trascendencia (ridiculizada al principio y mencionada de pasada casi al final por Gus) participan del conflicto. Esta realidad confirma el prejuicio de muchos que veían en ella la nueva Paseo para recordar–Love story.
Así pues, su guión se centra en la amistad –trazada con simpatía y sarcasmo por parte de sus protagonistas- y luego romance –que sucumbe a su momento crepúsculo con la consumación sexual como epicentro-, para finalizar con un mar de lágrimas que intenta hacer olvidar sus insuficiencias.
Josh Boone (Un invierno en la playa) acompaña este relato de melosos flashbacks que, sumados a la voz en off, hacen más plana y evidente no sólo la historia sino lo que sienten los personajes, como si fuera algo tan difícil de entender. Sinceramente, da la impresión que esta manera ciegamente emotiva de abordar un conflicto tan serio como el del joven ante la muerte acaba trivializando esa realidad, que no deja de ser de las más conflictivas para las familias que las sufren.
A su vez, el film recurre al viaje a Ámsterdam y al An imperial affliction de Peter Van Houten como intento de subtrama, algo que se acaba de malograr en la desorientada escena del cementerio. También se buscan guiños culturales y algo geek (las imágenes de Expediente X, Buffy cazavampiros o Alien, así como la imagen de Magritte o incluso la sugerente visita al museo de Ana Frank) que desentonan con esa voluntad de convertir en sentimental y fervorosamente sensible cada plano del film. Música, miradas, lloros, frases muletilla y sorpresas escondidas crean un efecto multiplicado de finales: al cabo de una hora, la película podría haberse acabado en cinco ocasiones consecutivas.
No es fácil criticar una película que encara el cáncer juvenil. Y no se puede decir que no haya aciertos. Sin duda, el cásting con Shailene Woodley (fresca y capaz de sollozar con tantos registros) y Ansel Elgort (empático y creíble como chico de al lado) es uno de ellos, así como la buena intención que subyace en los palos de ciego del argumento, que deambula por lo más tópico y teme cuestionarse lo más tangible.
Firma: Lourdes Domingo
Hazel Grace tiene 17 años y un cáncer que le obliga a moverse con un tanque de oxígeno. Prácticamente obligada por su médico y sus padres, acude a un grupo de apoyo con otros jóvenes. Allí conoce a Augustus Waters (Gus) con quien congeniará desde el primer momento.