Tercera película de este director belga que, además de trabajar en proyectos televisivos con Les Guignols de l’info (Canal+), se ha centrado en relatos sobre la infancia para la infancia, en los que los mayores tienen un papel importante tanto dentro como fuera de la pantalla.
Después de Pom, le poulain en 2006 y À pas de loup en 2011, Olivier Ringer insiste en el mismo universo donde la naturaleza y la sencillez se reclaman como parte imprescindible del aprendizaje vital y donde a los adultos se les pide compromiso y riesgo en su tarea de padres.
Ringer contrapone, sin antítesis maniqueas, los regalos materiales a aquellos que pueden ayudar a los más pequeños a crecer en asumir responsabilidades. Lo curioso es que el guion muestra muy bien cómo el adulto que evita y prohíbe ese tipo de regalos actúa así porque le suponen un trabajo añadido, mientras que un smartphone le permite tener “callados” y “entretenidos” a los hijos de modo que no distorsionen su tiempo personal.
En cuanto a la realización, Aves de paso no apuesta por el ruido ni por una rapidez impropia del ritmo de la vida real. En sus secuencias, encuadres, iluminación y dirección de actores, el cineasta dibuja la realidad con un tempo y una mirada muy cercana a la de los hermanos Dardenne, con la que se identifica en la misma promoción del film.
La cámara de Olivier Ringer es descriptiva, sigue una acción tranquila en la que detrás pasan cosas que parecen normales pero que son tristes (esos padres ridículos que se critican delante de sus hijos o ese consumismo vacío de vitalidad que se fomenta como algo prescrito desde el mundo de los mayores) y alegres silenciosamente, como esa pequeña responsabilidad cargada de vida que es el huevo-pato y que provoca tantos retos en la vida de Cathy y Margaux.
Les oiseaux de passage es un cine poco frecuente y además se exhibe en pocas salas de nuestro país. Sin embargo, es un título por el que vale la pena apostar. El público joven es el más dúctil, abierto y creativo frente a este tipo de propuestas tan enriquecedoras. A veces, son los adultos los que cierran las puertas escogiendo las producciones de las majors, siempre más alocadas y sin respiros para pensar. De nuevo, la metáfora del móvil o el pato.
Firma: Lourdes Domingo
En su décimo aniversario, Cathy recibe un regalo sorpresa: un huevo de pato y una incubadora. El patito nace delante de Margaux, su mejor amiga, y Cathy se lo regala, ya que el patito ya ve a Margaux como su madre. Pero los padres de Margaux consideran que su hija, que tiene una enfermedad muscular, no se puede hacer cargo del animal. Las dos niñas tendrán que romper las normas para darle al pato la vida que ellas creen que se merece.