Se trata de otra polémica película de Oliver Stone, realizada tras el final de su trilogía crítica sobre la guerra del Vietnam. Ahora acomete con pasión la actual violencia en USA, que aumenta de forma brutal e imparable. A tal fin, el discutido realizador (Wall Street, JFK) dinamita la narrativa tradicional del cine americano, pues combina en su relato cómics, telefilmes, documentales e imágenes subliminales. Con su frenético y original montaje, hiere la sensibilidad y la mente del espectador, quien fácilmente se cautiva por la fuerza dramática y brillantez formal de la película. Es un guión escrito por el violento Quentin Tarantino (Reservoir Dogs, Pulp Fiction) y se inspira en el Godard de Al final de la escapada y Pierrot el loco, así como en la técnica del videoclip. La natural interpretación de los jóvenes de moda Woody Harrelson (Una proposición indecente) y Juliette Davis (¿A quién ama Gilbert Grape?) está bien secundada por los también famosos Tommy Lee Jones (El fugitivo) y Robert Downey Jr. (Chaplin).
Es obvio que Natural born killers posee un ánimo denunciatorio y que intenta provocar la reflexión crítica del público. No obstante, Oliver Stone ha empleado las mismas armas que parece combatir: la violencia extrema y, a veces, hasta gratuita. Aunque ya sabemos que ésta es una de las constantes creadoras u obsesiones del autor, no resulta éticamente legítima su postura. Es más, en Estados Unidos ya se han registrado una decena de homicidios que se vinculan con su filme. De ahí que Asesinos natos haya sido prohibido en Irlanda y su estreno suspendido en Gran Bretaña. Sin embargo, Stone se defiende así: “Para la gente de mi generación, la violencia empezó con la guerra de Vietnam, continuó en los años setenta y ochenta, y ahora es todavía peor: vivimos un momento en que la violencia es ya pura diversión. En la Norteamérica de los noventa se vive rodeado de la violencia, y yo he querido presentar una deformación exagerada de esa realidad cotidiana para hacer pensar. Mi objetivo era conseguir que la historia fuera como un puñetazo en el estómago; pone en la disyuntiva de tener que decidir si te identificas con los personajes o, por el contrario, los detestas”.
En esa alocada aventura de los nuevos Bonnie y Clyde no queda clarificada la culpa personal, recayendo la responsabilidad más en el entorno familiar y social, “mass-media” y políticos incluidos. De ahí que, asimismo, manifestara el realizador: “Los malos de la película no son los asesinos, sino los medios de comunicación, que dedican portadas de revistas y espacios de televisión a comercializar con los asesinatos de Mickey, y su novia Mallory se justifican porque ambos han nacido para matar. Pero lo que es absolutamente injustificable es la comercialización que de estos mismos crímenes realizan los canales de televisión”. Aun así, la tesis del filme resulta tan negativa como sesgada; además, manifiesta una evidente manipulación y se recrea en obscenidades. Dentro de esa línea se ha estrenado con mucho retraso otra cinta análoga: Kalifornia (1991), de Dominic Serna, una violenta “road-movie” también protagonizada por la ascendente Juliette Lewis y el asimismo violento Brad Pitt, que pasó por las carteleras con más pena que gloria.
Firma: Josep Maria Caparrós
Director: Oliver Stone
Guionistas: Oliver Stone, Quentin Tarantino, Richard Rutowski David Veloz
Intérpretes: Juliette Lewis, Tomy Lee Jones, Woody Harrelson
Género: Thriller
País: EE.UU.
Fecha estreno: 21/11/1994
Lenguaje: Vulgar
El relato sucede en Estados Unidos, durante la década de los 90. Mickey y Mallory son una excéntrica y amoral pareja, que se han declarado amor eterno y viven inmersos en una sociedad ultraviolenta. Con 52 fríos asesinatos en su haber, la prensa del país y un famoso “reality show” televisivo convertirá en “héroes” a estos temidos delincuentes.
Título original: Natural born killers
País: EE.UU.
Duración: 118'
Fecha producción: 1994
Distribuidora: -
Color: Color