Visualmente agradable y con una buena combinación de sonrisas y lágrimas, Antes de ti no consigue, sin embargo, romper la barrera del telefilm de sobremesa. Cierto es que con un mayor presupuesto que las citadas películas para la televisión, los paisajes son bastante más espectaculares y el equipo técnico consigue crear una atmósfera creíble, elegante y envolvente.
Jojo Moyes adapta a la pantalla su propia novela llena de tópicos y lugares comunes y con muy poca originalidad. Se mueve entre Intocable (con menos gracia), Elegir un amor (con menos amor pero el mismo empalago) y Mar adentro (con bastante más glamour).
Durante la primera parte del film, Sharrock y Moyes consiguen enganchar a todo tipo de público con unas escenas bellas, costumbristas y, sobre todo, de sensiblería contenida. La presentación gradual de los personajes surte efecto gracias, principalmente a la fuerza, originalidad y brillante interpretación de Emilia Clarke y su Louise.
Sin embargo, el film va perdiendo fuelle y a partir de la consabida boda, las playas paradisíacas con vestido de flores y camisa blanca y los extra-lumínicos interiores del penúltimo escenario (por no hablar de París) precipitan la película hacia lo convencional, mil veces visto y, por tanto, decepcionante.
El verdadero problema, entiende la que suscribe, es que Antes de ti es una inmensa trampa. En una película romántica lo mínimo que se puede pedir es que el amor del que hable sea verdadero, arrollador, valiente y con su punto de idealismo. Y por eso precisamente funciona la primera parte del film, con la intensa y emocionante escena de la cena de cumpleaños de Louise como punto culmen de la obra.
Pero el mensaje final (y no revelo mucho) envuelto en glamour y azúcar, es que el amor verdadero no es suficiente para vivir. El amor no compensa en absoluto comparado con una vida de viajes, deportes caros, aventuras exóticas y éxitos financieros. Y que, en definitiva, la mayor muestra de amor es ceder una cuenta corriente muy solvente, para poder comprarse un perfume caro y de ese modo vivir, intensa y libremente.
Con esa premisa y ese planteamiento no es extraño que el delicado andamio en el que se sostenía esta tópica historia de amor, se derrumbe al primer golpe de talonario. Eso sí, de un modo elegantemente snob y elitista.
Firma: Esther Rodríguez
La alegre y vitalista Louise acaba de perder su trabajo en una cafetería y le urge encontrar otro pues su familia no pasa por buenos momentos tras el cierre de la fábrica donde trabajaba su padre. Acepta entonces ejercer de cuidadora de un joven tetrapléjico adinerado y cansado de vivir.