Alexander y el día terrible, horrible, espantoso, horroroso
(2014)Prototipo de cine Disney familiar: entretenido, ágil, divertido y con un claro mensaje (que nunca está de más) sobre la importancia de la familia, la unidad entre sus miembros y el apoyo que deben darse en los buenos y malos momentos.
La narración es de manual: alternancia ordenada de momentos de histeria con los de calma emotiva, trompazos sabiamente dosificados, un flashback acertadamente utilizado para que dé paso al desenlace y todo ello en sólo 81 saludables y soportables minutos.
La dirección artística también cumple con creces, retratando una familia americana estándar y, en especial, diseñando con mimo al personaje de Alexander con su casi normal indumentaria. Y la aparición de Dick van Dyck, por supuesto, es un auténtico regalo para todos los nostálgicos del Disney de siempre.
Hay algún detalle, sin embargo, que a la que suscribe le produjo una sensación extraña. Por un lado, el hecho (quizá no demasiado patente) de que esa mala suerte que azota a la familia no se deba tanto a una maldición o al ser simplemente gafe, como a los intereses que estos tienen y no se cumplen. Cuando lo que a uno le interesa es ser el rey del baile del instituto, o medrar en la empresa sin condiciones, o convertirme en una estrella del musical, el hecho de no conseguirlo no es tanto mala suerte sino consecuencia de haberse metido en una guerra inútil sin cuartel, con la consiguiente frustración.
Y por otro lado, llama la atención (aunque para eso no hace falta ir al cine ni a Los Ángeles, basta con mirar a nuestro alrededor) el uso abusivo e incontrolable de los teléfonos móviles entre los niños y adolescentes, que lleva a unas conductas que ya aceptamos como normales pero que son las causantes en muchos casos de la pérdida de inocencia de nuestros niños (la peli incluye un diálogo bastante soez, en este caso sin necesidad de los móviles), la pérdida también de sueño y de malentendidos que un buen uso de las nuevas tecnologías podrían perfectamente evitar.
Firma: Esther Rodríguez
El día de Alexander ha sido igual de horroroso que todos los días, dada su mala suerte y lo torpe que es, pero no puede compartirlo con su familia pues siempre tienen días fantásticos y llenos de éxito. Harto de la incomprensión de los suyos pide, antes de soplar una vela que se ha encendido en una tempranera y solitaria celebración de su cumpleaños, que sus padres y hermanos pasen, como él, un día terrible, horrible y espantoso. Deseo que le será concedido.
